Pedro Sánchez ya ha colocado las primeras piezas de su nueva etapa al frente del PSOE. Adriana Lastra y José Luis Ábalos, sus dos colaboradores más cercanos, empiezan a manejar los hilos. La primera en la sede del partido y el segundo en el grupo parlamentario, aunque es probable que se intercambien los roles tras el congreso que los socialistas celebrarán a mediados de junio. Elproyecto que Sánchez quiere aprobar en esa cita está basado en sus propuestas en campaña: desde una ejecutiva sin baroneshasta la obligatoriedad de consultar a la militancia para echar al secretario general, pasando por el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado, una iniciativa que puede levantar ampollas fuera de Catalunya.

Pero hay dos asuntos donde el nuevo líder aún tiene que tomar una decisión: el sentido del voto en la moción de censura de Podemos a Mariano Rajoy y la actitud con los barones que apoyaron a Susana Díaz, la presidenta de Andalucía, todos ellos también mandatarios autonómicos. En el primero, explican sus colaboradores, Sánchez se inclina por una abstención de los diputados socialistas. Sobre el segundo tiene más dudas.

Los líderes territoriales, empezando por la propia Díaz, fueron los principales responsables de la dimisión de Sánchez el pasado octubre, y ahora que las bases han puesto de manifiesto que no están de acuerdo con sus dirigentes autonómicos, ni sobre laabstención ante el PP ni sobre la conveniencia de que la presidenta de Andalucía llevara el timón del PSOE, la lógica indica que el recién elegido debería pagar con la misma moneda. Impulsarcandidatos alternativos para disputarles el liderazgo en sus comunidades durante los congresos que las federaciones celebrarán después de junio.

LOS PELIGROS

Una iniciativa de este tipo, sin embargo, entraña riesgos para el partido y para la propia gobernabilidad de los territorios. En el núcleo duro de Sánchez hay división de opiniones sobre los pasos a dar. "Serán los afiliados los que decidan", reza el mensaje oficial. Aun así, las candidaturas alternativas casi nunca nacen de la militancia de forma espontánea.

Si los partidarios de Sánchez intentan relevar a los barones puede volver a desatarse la guerra interna en el PSOE, amortiguada a raíz del rotundo triunfo de Sánchez. Al mismo tiempo, el movimiento podría desequilibrar los ejecutivos autonómicos que los socialistas alcanzaron en el 2015 gracias, sobre todo, a los pactos con Podemos.

En cualquier caso, en el equipo del secretario general hacen distinciones entre autonomías. Guillermo Fernández Vara ya tiene dos rivales para el puesto de líder del PSOE extremeño, pero ninguna de esas candidaturas está alentada por Sánchez. El asturianoJavier Fernández anunció el viernes que no se presentará a la reelección. Díaz cuenta con el apoyo de los afiliados de Andalucía, el único territorio donde ganó a Sánchez, y en principio allí no habrá candidato alternativo.

Están por ver los casos del castellano-manchego Emiliano García-Page, del valenciano Ximo Puig (uno de los más castigados en las primarias, ya que Sánchez sacó el 63% de los votos en su comunidad) y del aragonés Javier Lambán. Debido a la virulencia de sus declaraciones contra el nuevo líder (a quien llegó a comparar con unconcursante de 'Operación Triunfo') y al hecho de que según sus críticos no esté colaborando en la elaboración de listas conjuntas de delegados para el congreso del PSOE, Lambán tiene muchas posibilidades de contar con un adversario interno.

NO VOTAR CON EL PP

La posición a tomar en la moción de censura de Podemos al presidente del Gobierno, mientras tanto, está cada día más clara. La decisión final no ha sido tomada, pero Sánchez, según sus colaboradores, es partidario de abstenerse, pese a que ha criticado la iniciativa de Pablo Iglesias, anunciada antes de haber negociado el apoyo de los grupos parlamentarios. El movimiento, explican las mismas fuentes, permitiría a los socialistas no votar lo mismo que el PP y también subrayar que no son igual que los morados, que el año pasado rechazaron la investidura de Sánchez, abocando así a España a la repetición electoral.