A nadie se le escapa que la coalición entre PSOE y Podemos nació con un pasado larvado de desconfianzas, pero ni siquiera los más escépticos auguraban que las grietas se abrieran de forma abrupta en solo dos meses de Gobierno. Las críticas de los morados acusando a los socialistas de actuar con tics machistas en la tramitación de la ley de libertad sexual han indignado al ala socialdemócrata, que no esconde su sorpresa por las palabras de Pablo Iglesias apuntando al ministro de Justicia. El enfado es monumental, pero presidencia ha transmitido la consigna de evitar que la confrontación se magnifique. Menos aún, en la semana de celebración del 8-M, el Día de la Mujer, así que de momento los ministros del PSOE defienden su actuación, pero se muerden la lengua. El matrimonio de conveniencia, aseguran, no está en riesgo, pero el reto es evitar que nuevas desavenencias en público acaben propiciando un divorcio para el que ninguno de los partidos está preparado. Mientras tanto, según fuentes gubernamentales, la relación entre Pedro Sánchez y el vicepresidente segundo es de cierta cordialidad, expresión abierta a interpretaciones.

Ni Sánchez ni Iglesias han olvidado sus desencuentros pasados y sus entornos admiten que ambos albergan la convicción de que habrá una batalla definitiva de fuerte componente personal, pero no es ésta. PSOE y Podemos no pueden permitirse romper ahora un Gobierno que empieza a andar, y desde esa convicción, el presidente ha decidido abogar por cierta contención. Se defiende la actuación del ministerio de Justicia, pero se evita cargar las tintas contra los socios morados. "Tenemos que estar todos a una", resumió este miércoles la ministra de Hacienda y portavoz gubernamental, María Jesús Montero, tratando de rebajar la bronca.

Falsa tregua

Los socialistas, molestos por los ataques vertidos desde hace semanas por el círculo de la ministra de Igualdad, Irene Montero, quisieron ver un gesto de pacificación cuando ésta evitó la confrontación al ser preguntada por las tensiones en la rueda de prensa en la Moncloa, el martes a mediodía. La sensación de calma duró poco.

Por la tarde, el vicepresidente arremetió con unas declaraciones que demostraban que el enfrentamiento no estaba zanjado, al opinar que hay mucho machista frustrado que se ampara en excusas técnicas. Se refería a las enmiendas que el departamento de Justicia ha hecho a la ley de libertad sexual para subsanar las deficiencias que presentaba el texto elaborado en el ministerio podemista dirigido por Montero. Esas correcciones y mejoras fueron interpretadas por los morados como meros pretextos para boicotear una de sus medidas más simbólicas.

Lejos de matizar la posición de Iglesias, su portavoz parlamentario, Pablo Echenique, volvió a cargar contra Justicia este miércoles. Parece que hace falta que venga un machote y diga: Venga, te arreglo la ley, dijo, para mayor asombro de los socialistas que vieron escalar la bronca un día más.

"Hablamos demasiado"

El titular del Justicia, Juan Carlos Campo, evidenció este miércoles el malestar por las acusaciones directas de los socios. A veces, los políticos hablamos demasiado, deslizó. No fue más allá. Defendió los cambios efectuados por su departamento, pero evitó entrar en un rifirrafe directo con Iglesias. Saben que hay unos ministerios más antipáticos, estoy pensando en Hacienda, en Justicia, porque nos vamos poniendo tiquismiquis para que las leyes que salgan de un Gobierno sean lo más perfectas posibles. No hay ningún tipo de reproche, lo importante es que seamos un Gobierno feminista y nos pongamos al frente de Europa en la lucha por la igualdad y erradicar la violencia sexual. La vicesecretaria del PSOE y portavoz parlamentaria, Adriana Lastra, salió a defender a su partido. No hay ministros machistas, hay un Gobierno profundamente feminista, del primero al último, zanjó.

El entorno de Sánchez prefiere no interpretar los ataques de Iglesias y Echenique una vez la ley ya ha superado el escollo del Consejo de Ministros, aunque hay algunas voces que apuntan a respuesta de cariz personalista de un conflicto político, mientras que otras subrayan la pugna por abanderar el feminismo y capitalizarlo en las urnas.

Fuentes próximas al presidente aseguran que el desencuentro no afecta al normal funcionamiento de la coalición y aseguran que en el acuerdo de Gobierno entre PSOE y Podemos se establecen mecanismos para intentar ajustar las diferencias entre los socios, como este caso. La relación entre los ministros de los dos colores, indican las mismas fuentes, es fluida y correcta.

'Ley 25', "la chapuza"

No es la primera vez que Podemos está en el centro de la diana, cuestionado por la solvencia técnica de sus proyectos. De hecho, desde que los de Iglesias obtuvieron representación parlamentaria en las elecciones de diciembre del 2015, han sido señalados desde diferentes siglas acusados de elaborar sus iniciativas con escaso rigor.

Una de las más sonadas fue la que pretendía ser su medida estrella, que acabó en fiasco y fue rápidamente guardada en el cajón del olvido: la denominada ley 25, una batería de medidas sociales. En su tramitación parlamentaria cosechó críticas técnicas nefastas y llegó a ser tachada de chapuza incluso por los grupos que votaron a favor.