Pedro Sánchez en Montauban, frente a la tumba de Manuel Azaña, presidente de la Segunda República. Sánchez en Colliure, ante el sepulcro del poeta Antonio Machado. Sánchez en el campo de Argelès-sur-Mer, también en el sur de Francia, una playa larga y ancha donde en 1939 cerca de 100.000 españoles malvivieron, azotados por el tifus. "Un infierno sobre la arena", dijo el fotógrafo Robert Capa cuando lo visitó. Hoy no hay rastro de aquello. Es solo una localidad turística con chalets y bloques de apartamentos. Frente a ellos, el presidente del Gobierno, entre gritos de un pequeño grupo de independentistas que han tratado de boicotear el acto, ha pedido este domingo "perdón" a los exiliados de la Guerra Civil.

"Dos de las personas que se vieron obligadas a abandonar España fueron Machado y Azaña. Uno de los mejores poetas que ha dado la literatura española de todos los tiempos y el presidente de la República. Dos personas dialogantes, cultas, creativas, pacíficas y sensatas. Es tarde, muy tarde. Han pasado muchos años desde que tuvieron que marcharse. España tendría que haberles pedido perdón mucho antes por la infamia. Lo hace hoy, a deshora, pero lo hace con el orgullo de recuperarles para siempre", ha dicho Sánchez.

La carga simbólica

A dos meses de las elecciones generales, con España polarizada, la visita del jefe del Ejecutivo tiene un enorme simbolismo. No solo porque se trata de su último viaje oficial, al menos en este agitado mandato que ha durado ocho meses, más allá de próximos eventos multilaterales como el Consejo Europeo. También, sobre todo, porque lanza -según sus colaboradores más cercanos- un mensaje "muy potente y emotivo". "El viaje nos entronca con nuestra memoria democrática. En estos momentos de populismos y extremismos, cobra aún más sentido", explica uno de los principales colaboradores del presidente.

"En toda Europa suenan vientos de xenofobia. Las patrias, que durante tantas décadas habían sido espacios de encuentro, vuelven a serlo de conflicto. Las fronteras invisibles vuelven a tener muros. Los puertos no dejan atracar barcos llenos de personas enfermas y hambrientas. Como decía Tony Judt en su ya célebre libro: Algo va mal. Y no podemos consentirlo. Es tiempo de recordar. Volvamos la vista atrás y acordémonos ahora de los cientos de miles de exiliados españoles que tuvieron que romper sus vidas por el fanatismo y la brutalidad", ha señalado el jefe del Ejecutivo. "Hay que respetar las tumbas, olvidar las razas, honrar la libertad, abrir las fronteras y crear puertos hospitalarios. Esa es la idea de Europa", ha añadido.

Los precedentes

José Luis Rodríguez Zapatero visitó el campo de concentración nazi de Mauthausen, en Austria, donde murieron 5.000 españoles, en el 2005. Felipe González acudió en 1992, junto a François Mitterrand, al monumento en recuerdo de los guerrilleros situado en Prayols (Francia). "Pero no ha habido homenajes tan completos al exilio, con el presidente tan implicado, como este", explican en el entorno de Sánchez, que el pasado 30 de enero, en México, pronunció una conferencia sobre el éxodo republicano.

Tras visitar la tumba de Azaña, Sánchez ha acudido al minúsculo cementerio de Colliure, donde descansan los restos de Machado, para inaugurar una placa conmemorativa, como había hecho antes en el sepelio del presidente de la República. Allí le estaban esperando unos 200 manifestantes independentistas. Más tarde, en Argelès-sur-Mer, donde Sánchez ha pronunciado su discurso, unas 30 personas han intentado, y por momentos conseguido, boicotear el acto con gritos de "libertad para los presos políticos!". Al final, con algún momento de tensión, la Policía francesa los ha desalojado.

La falta de diálogo

"Machado tiene todavía mucho que decir a los españoles (). En sus poemas y en su prosa, que es bastante desconocida, todo gira sobre la España que debe transformarse, la España que no dialoga. Eso es algo que tiene una absoluta vigencia hoy en día", dijo el pasado jueves en este diario el hispanista Ian Gibson, que acaba de publicar Los últimos caminos de Antonio Machado (Espasa), coincidiendo con el 80 aniversario de la muerte del poeta.

El presidente y sus asesores más cercanos están de acuerdo con Gibson, que ha formado parte de la comitiva que ha acompañado este domingo al presidente, junto a otros personajes de la cultura como el cantautor Paco Ibáñez y la escritora Almudena Grandes. La campaña para las generales del próximo 28 de abril gira en torno a la idea del diálogo frente a la "crispación de la derecha", con continuas menciones a una España "ejemplar" y "educada". Empezando por el nuevo lema del PSOE: La España que quieres.

La República de 1931

La España que quiere Sánchez es la de Machado, emblema de las 465.000 personas que cruzaron la frontera con Francia después de que las tropas franquistas tomaran Barcelona. "Machado y Azaña son leídos por todos los españoles porque sus palabras nunca fueron de confrontación, sino de encuentro. Y este hecho es una de las pruebas de que la Constitución de 1978 restauró los valores de la República de 1931. Puso de nuevo en marcha el corazón parado el corazón helado, que habría dicho Machado- de la España moderna, audaz y abierta que habían inaugurado las Cortes de Cádiz en 1812 y que la República relanzó con entusiasmo. Una España que nunca ha renunciado a la libertad, a pesar de los golpes, de las cadenas y de los exilios que ha tenido que sufrir a lo largo de su historia. Una España unida, diversa, democrática, tolerante y en continuo progreso", ha insistido el presidente del Gobierno.

La figura del escritor sevillano también permite atacar a Pablo Casado y Albert Rivera. Los candidatos del PP y Ciudadanos loaron a Machado en Twitter el pasado viernes, aprovechando el aniversario de su fallecimiento. El PSOE tardó poco en contestar desde su cuenta oficial. "Los mismos que pactan con Vox y se niegan a la exhumación de Franco reivindican ahora el legado de un poeta que sufrió al dictador hasta su muerte dijeron los socialistas. Qué falta de respeto a las víctimas de la dictadura y qué poca vergüenza tenéis".