Una semana después de que se hiciera pública la sentencia del 'procés', a veinte días de las elecciones generales, y en plena bronca política por los altercados en Cataluña, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha viajado este lunes por la mañana a Barcelona, por sorpresa, y acompañado por el inistro del Interior, Fernando Grande Marlaska. Su itinerario ha durado algo más de dos horas, tiempo en el que centenares de manifestantes se han ido movilizando por la ciudad para mostrar su protesta. La inmensa mayoría, concentrados ante la delegación del Gobierno, se han quedado sin poder hacerlo. El presidente, tras visitar la Jefatura Superior de Policía y saludar a los agentes heridos en los hospitales del Sagrat Cor y Sant Pau -donde ha sido abucheado por un grupo de profesionales sanitarios- ha dado por finalizada su visita a la capital catalana sin reunirse con Quim Torra. Su agenda se ha mantenido en secreto por razones de seguridad. La Moncloa ha ido informando de sus traslados y difundiendo las imágenes oficiales de sus encuentros, entre los que no ha habido contacto con los medios de comunicación.

La estancia de Sánchez en Barcelona ha comenzado a las once, cuando ha visitado la Jefatura Superior de Policía en Via Laietana, uno de los focos de los ataques más violentos, donde ha sido recibido por los mandos policiales y algunos bocinazos de protesta de fondo.

Ante los responsables del operativo en Cataluña, el presidente ha aplaudido la "profesionalidad" de los efectivos policiales y ha subrayado lo relevante de actuar desde la moderación ante una crisis que, intuye, va para largo. "Es muy importante garantizar la moderación que representa a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para asegurar esa convivencia que ahora mismo está puesta en cuestión", ha afirmado, y ha lamentado que durante años se haya "menospreciado" la labor de la Policía. "La crisis no ha acabado. Tenemos que persistir, ellos probablemente quieran persistir cronificar esta crisis. Nosotros somos mucho más resistentes", ha defendido.

Tras este discurso, el presidente se ha dirigido al Hospital del Sagrat Cor, en Barcelona, para saludar a los agentes heridos durante los disturbios de la última semana. Hacia la una ha llegado al Hospital Sant Pau, donde permanece ingresado un agente en estado muy grave. A las puertas, ha sido abucheado por un grupo de manifestantes. Dentro, también ha sido increpado por parte del personal sanitario. Cerca de un millar de personas se había congregado a primera hora de la tarde ante la delegación del Gobierno, donde esperaban su visita, para mostrarle su rechazo y exigirle diálogo. El presidente no ha acudido a esta sede. Tras su visita a los hospitales ha dado por finalizado su estancia en Barcelona, que ha durado algo más de dos horas.

RESPUESTA A TORRA

Sánchez se va de Barcelona sin reunirse con Torra. Antes de salir de la Moncloa, el jefe del Ejecutivo había respondido con una carta a la misiva que el sábado le envió el 'president' de la Generalitat y a las dos llamadas telefónicas -sábado y domingo- a las que no atendió personalmente. En un tono especialmente duro, Sánchez reprocha al 'president' que no haya condenado tajantemente la violencia, que haya "vuelto la espalda" a las fuerzas de seguridad y haber "ignorado a más de la mitad de la población catalana". Son, dice Sánchez, las tres obligaciones que debe cumplir un gobernante si quiere "ostentar con dignidad la representación de su comunidad ante cuqlquier interlocutor: condenar la violencia de forma rotunda, amparar a las fuerzas de seguridad que la combaten y evitar la discordia civil".

Torra no ha tardado en contestarle. El 'president' se ha puesto a disposición de Sánchez para mantener una reunión este mismo lunes aprovechando su visita a Barcelona. "Habiendo enviada esta carta, volveremos a ponernos en contacto con usted telefónicamente para volverle a ofrecer un diálogo sin condiciones, como no podría ser de otra forma", ha planteado. Sánchez no ha recogido el guante.

Como ya hiciera este sábado el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, el presidente viaja a Barcelona para visitar a los agentes heridos en los disturbios de la última semana. Uno de ellos permanece en la UCI en estado muy grave después de recibir un fuerte impacto en la cabeza.

Sánchez llega a Barcelona después de dos jornadas en las que las protestas en las calles han estado algo más contenidas, pero en las que ha aumentado la temperatura de la disputa política. Pelea entre las fuerzas independentistas, por su distinta interpretación sobre la actuación de las fuerzas de seguridad y el papel de Torra. Y azote también desde los partidos de la derecha, que exigen al jefe del Ejecutivo mano dura en Catalunya. El presidente del PP, Pablo Casado, estará también este lunes en Barcelona.

La visita de Sánchez llega un día después de que el líder del PSC, Miquel Iceta, enviase una carta a Torra en la que le exigía que condene la violencia de forma clara y muestre su apoyo a las fuerzas de seguridad para poder, después, reunirse con los grupos políticos del Parlament o retomar la labor del Espacio para el Diálogo, creado a instancias de la Cámara catalana. "Sin este trabajo previo usted no podrá pretender hablar en nombre del conjunto del país", advertía Iceta.

El presidente era muy consciente de que la sentencia del 'procés' iba a sacudir la campaña electoral. También de que la respuesta de una parte de la población podía terminar en altercados, como finalmente ha sucedido, y que el manejo de esta crisis, por lo tanto, iba a tener un impacto decisivo en el resultado del 10-N. Con esta convicción, su el Gobierno analizó al detalle todos los escenarios que podían producirse y decidió que la respuesta en Catalunya debía ser proporcional al desafío, es decir, sin ceder a las medidas excepcionales que piden PP y Cs mientras el conflicto fuera de orden público, y sin mostrar la empatía que le reclama Podemos con el independentismo.