Todo el mundo sabía lo que acaba de sentenciar la Audiencia Nacional, pero se le ponía sordina, y no se hacía nada. Ahora todo cambia, y nos atreveremos a hacer lo que, por dignidad, tendríamos que haber hecho hace mucho… Este país me sigue sorprendiendo. Tan solo los italianos compiten con nosotros en diseñar guiones tan inauditos.

En todo caso, mi perplejidad no solo se produce ante la evidente y generalizada corrupción consentida, sino por un hecho que se mantiene en la sombra, desde el principio de la legislatura, y de la que, al parecer, nadie quiere hablar: el bloqueo del Parlamento por el Gobierno, con la complicidad activa de Ciudadanos. Bloqueo tan silenciado como efectivo, que mantiene en la nevera parlamentaria más de cien proyectos de ley; y no por falta de acuerdo en la Cámara para aprobarlos. De hecho no hemos conseguido tramitar y aprobar ni una sola ley en estos dos años, a pesar de que muchas de ellas han pasado por votación mayoritaria para ser tramitadas. Los mecanismos de bloqueo son dos: el veto del Gobierno, para que ni siquiera se discutan; y el segundo, aprobar sucesivas ampliaciones de plazo para presentar enmiendas, que luego no se presentan.

El primer mecanismo se basa en la posibilidad que tiene cualquier gobierno de vetar una proposición de ley que altere los Presupuestos del Estado vigentes. Por ello, todas las proposiciones de ley presentadas se acompañan de una frase advirtiendo que, de aprobarse, su proyección presupuestaria solo será aplicable a futuros presupuestos. Aún así, el Gobierno ha vetado todos los proyectos de ley que tuvieran la más leve sombra de impacto sobre los presupuestos, argumentando que este Gobierno hace previsiones presupuestarias interanuales. El argumento era obviamente inválido, pues esas previsiones no tienen carácter de ley, y así lo sentenció recientemente el Constitucional, desautorizando al Gobierno. Pero lo más grave es que esos vetos que bloquean cerca de 70 proyectos de ley en el Congreso, fueron ratificados por la Mesa con el voto de Ciudadanos.

La otra estrategia viene bloqueando otras tantas proposiciones de ley que, al no tener proyección alguna sobre presupuestos, han sido aprobadas por mayoría. Tales proyectos han pasado a la Mesa para iniciar el procedimiento de presentación de enmiendas, que entra en bucle, al presentar PP o Ciudadanos sucesivas solicitudes de ampliación de plazo de enmiendas, que ellos mismos, desde su mayoría en la Mesa, se conceden. Así tenemos más de medio centenar de proposiciones de ley, que en algunos casos acumulan ya más de veinte ampliaciones de plazo, sin que se presente enmienda alguna. Y así hasta el final de la legislatura en que esas iniciativas decaerán. Y nadie dice nada… Como algunos se preguntarán, si, en su momento presentamos una proposición de modificación del reglamento de la Cámara para limitar el número de plazos de enmienda que se puedan pedir. Ya imaginarán donde está esa proposición…

Y me pregunto yo, bloquear durante dos años el Parlamento desde el Gobierno (con el apoyo de Ciudadanos) ¿no merece una atención ciudadana comparable a la del vergonzoso espectáculo de corrupción que estamos dando al mundo?

Por ello, desde hace mucho, entiendo que es ineludible, por dignidad democrática, desalojar de la Moncloa al PP. Y por tanto, apoyaré la moción de censura que presenta Pedro Sánchez; como apoyé la que presentó Pablo Iglesias. Pero lo haré esperando que Sánchez anuncie, en efecto, un adelanto electoral, pero no antes de levantar alfombras y revisar discos duros, si para entonces no los han machacado; y no antes de levantar los vetos del Gobierno con los que PP y Cs mantienen al Parlamento amordazado. Un adelanto electoral que haga coincidir las elecciones generales con las municipales, autonómicas y europeas, dentro de un año; y así nos ahorramos tiempo y dinero.

*Diputado por Zaragoza de Unidos Podemos