Pedro Sánchez ocupaba en las elecciones de 2011 el puesto número 11 de la lista por Madrid pero el PSOE sólo obtuvo 10 diputados. Una vez más, se había quedado fuera. Hasta que la exministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, fue nombrada miembro del Consejo de Seguridad Nuclear. El actual presidente no solo ocupó el escaño que ésta dejaba libre sino que tuvo que reemplazarla como portavoz socialista en la Comisión de Cambio Climático, un tema muy complejo al que apenas se había acercado. En las provechosas ‘clases particulares’ que le dio Teresa Ribera, se forjó el aprecio mutuo que sienten el uno por el otro.

Sánchez no podía haber escogido mejor profesora. Ribera (1969, Madrid) era ya por entonces la gestora pública que más sabía del tema. Aunque su licenciatura es de derecho, al poco de ganar la oposición a técnico de Administración de Civil del Estado (fue la número tres de su promoción), pasó a integrase en la subsecretaria del Ministerio de Medio Ambiente. La pasión por las cuestiones medioambientales ya no le abandonaría. Zapatero la nombró en 2004 jefa de la Oficina de Cambio Climático y en 2008 la elevó a secretaria de Estado de Cambio Climático y Biodiversidad, hasta que Rajoy ganó las elecciones del 2011.

Los que la conocen bien la consideran muy perfeccionista, con una enorme capacidad de trabajo y tan exigente con ella misma como con sus colaboradores. Para desempeñar el nuevo cargo deberá mejorar su oratoria, coinciden. Al conocer tan a fondo la materia, muchas veces se pierde en explicaciones demasiado técnicas. Y no tendrá demasiado tiempo para foguearse. El bombardeo al que será sometida por la oposición en la sesiones de control de Congreso será su prueba de fuego.

Tras la derrota electoral de 2011, siguió con la bandera de la lucha contra el cambio climático en consultorías y organizaciones internacionales hasta que fue nombrada directora del prestigioso Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), una referencia en el análisis estratégico de las políticas de desarrollo sostenible y cambio climático.

La sede del instituto está en París, lo que le ha obligado a viajar todos los fines de semana para estar con su familia en Madrid. Pese a su intensa dedicación laboral, ella y su marido, consejero de un organismo público, han podido sacar adelante a sus tres hijas, una de la cuáles está ahora estudiando en Estados Unidos y otra ha empezado la carrera de Medicina.

También ha compatibilizado su trabajo con todo lo que le ha pedido Pedro Sánchez; confección de los programas electorales, comités de sabios y gobierno en la sombra. Tan claro tenía el nuevo presidente que la que quería en su Gobierno que ha sido de los primeros ministerios que cerró, ya el viernes de la semana pasada.

La reacción de las organizaciones ecologistas al conocer su nombramiento ha sido de esperanza. Es difícil encontrar a alguien que haya colaborado con ella que no la aprecie. El principal escollo en la lucha contra el cambio climático y la economía verde siempre han sido los ministros de los que dependía la energía, demasiado esclavos de las exigencias de la eléctricas. Ahora estará en manos de una convencida de que la lucha por el medio ambiente no es un obstáculo para la economía, como creía sin decirlo el anterior Gobierno, sino una oportunidad.