Una broma, a distancia y fruto de la ingesta de alcohol. El empresario sevillano Manuel Muñoz Medina ratificó este jueves ante el juzgado su versión acerca del acoso al que sometió a la coordinadora de Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez, en diciembre de 2016, cuando la arrinconó contra la pared y simuló darle un beso. Una broma de mal gustó, concedió, aunque apuntó como novedad que ni siquiera hubo contacto físico ni interpuso una mano entre ambos. La dirigente política, por el contrario, insistió en que se sintió como un objeto y que aunque él pensaría que era una broma, a mí me pareció una agresión en toda regla.

El empresario maderero se enfrenta a un año y nueve meses de cárcel por un delito de atentado a la autoridad y otro contra la integridad moral. Muñoz Medina reconoció que aquel día, tras la inauguración de una exposición en la planta baja del edificio de la Cámara de Comercio y la tradicional copa de Navidad de la institución, le presentaron a la líder política. Nada más conocerla, le gastó la broma, y que es una forma en la que saluda en ocasiones a otras personas.

No obstante, afirmó que no rozó a Rodríguez ni interpuso su mano entre ambos. Así, explicó al juez que la simulación se produjo al besar su propia mano, que colocó cerca de su boca. Todo fue a distancia y sin contacto físico. Es más, subrayó que tras ese saludo, le dio a la parlamentaria andaluza su tarjeta de presentación y que la reacción de Rodríguez fue normal, sin realizar gesto alguno de desaprobación. Y pidió de nuevo disculpas si la líder morada se sintió ofendida. Le pido perdón las veces que haga falta, aseveró al tribunal.

Sintió "miedo"

Su versión, sin embargo, choca de pleno con la ofrecida por la líder política, que aseguró ante el tribunal haber sentido miedo porque estaba sola con tres señores voluminosos que consienten lo que está ocurriendo, en alusión a los responsables de la Cámara de Comercio que presenciaron lo ocurrido. Rodríguez negó la mayor y mantuvo que el empresario la asaltó y la arrinconó, agarrándola por la nuca y poniendo una mano en su boca para simular ese beso. Un testimonio que ratificaron algunos de los acompañantes aquel día de Muñoz Medina, como el presidente de la Cámara de Comercio, a quienes la líder morada agradeció que confirmaran su versión dado que ese día ella estaba sola sin ningún otro acompañante y temía que pudieran protegerse entre ellos.

Me sentí un objeto entre esos señores. Sentí asco, relató, rememorando que al desconocer el lugar y a las personas con las que estaba, que además la acompañaban en un ambiente institucional, se quedó bloqueada y no fue capaz de reaccionar como le hubiera gustado.

Voluntad de "humillarla"

La dirigente morada trasladó su alivio tras la declaración, ya que, aunque un juicio no es plato de buen gusto para nadie es su obligación como cargo público porque cuando algo así te pasa, no solo te pasa a ti, sino también a la gente a la que representas. No quiero que esto le pase a mi hija ni a la hija de nadie, y se debe lanzar el mensaje a la sociedad de que arrinconar a una mujer, humillarla delante de otras personas y acercarse más de lo que ella quiere son agresiones tipificadas en el código penal y punibles, apuntó.

Al término de su comparecencia, Rodríguez rechazó que Muñoz Medina haya tenido voluntad de arrepentirse, aludiendo a sus palabras acerca de que, al ser andaluza, la dirigente política debía entender la broma. Y se ha referido a que veía la voluntad de humillarme, de reírse de mí delante de otras personas por ser mujer y como líder política de un partido nuevo y de izquierdas. Todo era un poco empresarios de cierta edad que invitan a la chavalilla de Podemos a subir a ver qué pasa, apuntó, y me hizo sentir mal, indefensa, y me hizo pasar mucha vergüenza. Quisiera que este juicio sirviera también para que Muñoz Medina aprendiera a relacionarse con las mujeres, porque ésta no es la forma habitual, zanjó, a las mujeres se las trata con respeto, y se respeta su integridad moral.