Después de 35 días como consejero jefe, ayer se supo que Josep Lluís Carod-Rovira dejará el Gobierno catalán. Comparecerá el próximo viernes ante la Diputación permanente del Parlamento autonómico a instancias de Pasqual Maragall para explicar su reunión con dirigentes de ETA. Después dejará el Gobierno para presentarse como cabeza de lista de ERC en las elecciones generales. La decisión del hasta ayer consejero jefe es fruto de la dura negociación que, a lo largo de todo el día, mantuvo con el presidente catalán.

Maragall, en una declaración oficial leída poco después de las cinco de la tarde, anunció que aceptaba la renuncia presentada por Carod el día anterior. El presidente explicó que recuperará las competencias de Presidencia que le había delegado y que redistribuirá las de carácter sectorial con las que fue dotada la cartera del consejero jefe (inmigración, juventud, etc). Añadió que, "mientras tanto", el líder republicano mantendría la condición de consejero sin atribuciones específicas.

EL ANUNCIO Una hora después, Carod anunciaba que se presentaba a las elecciones generales del 14 de marzo, lo que legalmente le imposibilita para seguir en el Gobierno. Esta decisión no cierra las puertas a que, más adelante, una vez rebajada la tensión política creada por esta crisis, Carod pueda volver al Ejecutivo y recuperar su cargo de consejero jefe. Mientras, la plaza que deje Carod podría ocuparla otro representante de ERC que actuaría como consejero sin cartera, igual que lo hará el líder republicano de forma provisional hasta su salida del Ejecutivo.

La fórmula pactada entre Maragall y Carod fue negociada desde las 10 de la mañana hasta poco antes de las cinco de la tarde, en un proceso no exento de dificultades, en el que intervinieron el consejero de Relaciones Institucionales, Joan Saura (ICV), y dirigentes del tripartito.

HERIDAS También estuvo el primer secretario del PSC, José Montilla, que en las últimas 48 horas, mantuvo duros enfrentamientos con el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. Ayer, socialistas catalanes reconocían que la crisis entre el PSC y el PSOE había abierto "heridas que pueden tardar en cicatrizar". En este escenario de tensiones internas, fuentes de Presidencia describieron el acuerdo alcanzado como un "encaje de bolillos", aunque admitieron que podía dejar descontentos a muchos.

Las mismas fuentes explicaron la decisión de Maragall de cesar a Carod de consejero jefe pero manteniéndole en el Gobierno como la "muestra palpable" de que el presidente catalán no había atendido las exigencias de quienes, como Rodríguez Zapatero, exigían que el líder republicano saliera del Ejecutivo. "Si Carod se va dentro de unos días, será por decisión propia, no porque Maragall le haya echado".

Desde la perspectiva de Esquerra, la situación es bastante diferente. A su juicio, el "equilibrismo" de Maragall intenta disimular la aceptación por su parte de las presiones ejercidas por el PSOE. "Primero no aceptó la renuncia de Carod (porque así lo habían pactado el lunes), pero después de las advertencias de Zapatero buscó fórmulas para aceptarla, aunque sólo fuese en parte", se quejaban fuentes republicanas.

En su declaración, Maragall no escatimó elogios a Carod, de quien dijo que "sin él no habría habido Gobierno tripartito", y a quien citó como el político que "ha roto el maleficio del nacionalismo conservador" de CiU. Pero no evitó las críticas por haber cometido "de buena fe, un error muy grave" que ha perjudicado el crédito del tripartito.

EL 14-M, UN PLEBISCITO Una hora después de que Pasqual Maragall informara que había aceptado la dimisión de Carod-Rovira, el líder republicano anunciaba su decisión de encabezar la lista de Esquerra al Congreso, convirtiendo así el 14-M en un plebiscito de su diálogo con ETA. "Es el pueblo de Cataluña quien tiene que decidir si hice bien o no al hablar con ETA", proclamó.

El líder de ERC convirtió la comparecencia en su primer mitin electoral. Defendió a capa y espada su apuesta por "la paz" y destacó que si habló con ETA fue porque no quiere "más víctimas ni más atentados". Aunque lamentó que su reunión haya afectado al tripartito, advirtió: "No reniego, ni renuncio, ni pido perdón por mis convicciones".

Asimismo, denunció la "hipocresía permanente" de PP y PSOE, que ahora se rasgan las vestiduras cuando "en su momento también se reunieron con ETA", y acusó a los populares de "no tener un interés real" en acabar con la violencia. "Como ya dijimos, no nos acojonamos ante el PP; estaremos donde hemos estado siempre, al lado de la paz y la libertad", agregó.