Bregado en el debate político tras una larga trayectoria parlamentaria, el exconseller Jordi Turull ha entrado este martes en el juicio del procés al combate con el fiscal, en un cuerpo a cuerpo que le ha valido llamadas al orden del tribunal, frente a un Raül Romeva que ha blandido su currículum de "hombre de paz".

En el tono algo desafiante e irónico con que solía enfatizar sus intervenciones en el Parlament, Turull ha repartido invectivas contra la Fiscalía, el Gobierno y el Tribunal Constitucional y ha introducido en la sala de vistas alusiones a las "cloacas del Estado", de las que, ha señalado, están siendo ahora víctimas "algunas gentes" del mismo Estado.

Turull, independentista convencido ya antes de que CDC abrazara la causa, no solo no ha rehuido el debate con el fiscal que le interrogaba, Jaime Moreno, sino que ha entrado de lleno a rebatir el relato de las acusaciones, sin ahorrarse algún que otro ataque directo al ministerio público.

"Por parte de Fiscalía he oído alguna expresión que es falta de respeto a los ciudadanos de Cataluña, no son ovejas, ni gente militarizada", ha denunciado con cara de ofendido en una de las primeras intervenciones que ha obligado al presidente de la sala, Manuel Marchena, a pedirle que no hiciera "juicios de valor" sobre el escrito del ministerio público.

La reconvención de Marchena no ha impedido que el diputado de JxCat siguiera soltando dardos contra el fiscal: le ha reprochado el criterio de "selección" de sus tuits incluidos en el escrito de acusación, que no haya leído "entero" el auto de la juez que ordenó impedir el 1-O y que obvie en su relato algunos hechos sucedidos el 20S. "Si se explica, se explica todo", ha dicho.

En algún momento, ha hecho alarde de su vena socarrona, como cuando ha dejado caer: "no pensé que haría de traductor en el juicio", tras auxiliar al fiscal con un término en catalán que desconocía, o ha justificado que el Govern reutilizara una campaña antigua para publicitar el referéndum del 1-O ("los catalanes lo aprovechamos todo").

Frente a esa contundencia verbal exhibida ante el Tribunal, Turull ha resumido el papel de su Govern en un ejercicio continuo de "ponderación" -expresión que ha utilizado repetidamente-, entre el cumplimiento de las órdenes judiciales y los compromisos adquiridos con los votantes y ha minimizado la resolución de independencia del 27O, que ha tildado de mera "expresión de voluntad política".

En las antípodas, la declaración del exconseller de Exteriores Raül Romeva, quien, como hiciera Oriol Junqueras la semana pasada, ha decidido responder solo a su abogado, en un interrogatorio que le ha permitido esgrimir su formación y experiencia en cultura antimilitarista, hasta que el propio Marchena le ha advertido de que quedaba claro su intención de presentarse como "hombre de paz".

Romeva ha preferido ignorar a la Fiscalía -lo que le ha permitido sortear algunas cuestiones claves de la hoja de ruta unilateral por las que está acusado- y centrarse en un discurso político que, más allá del independentismo y el derecho a la autodeterminación, ha apelado a los demócratas y a los valores europeos de libertad e igualdad.

En ese llamamiento, el que fuera cabeza de lista de la coalición de JxCat y antes eurodiputado de ICV-EUiA se ha convertido en el primero de los procesados que dirige su mirada a VOX para denunciar como "delirante" que quien hoy es la principal "amenaza" para los principios europeos se siente en el estrado, acusando a un grupo de hombres y mujeres de paz.