La hoja de ruta se hará tal y como estaba planeada. “El presidente (de la Generalitat de Cataluña), Carles Puigdemont, tenía muy asumido que esto es un referéndum de autodeterminación: desde hace semanas sólo tiene en la cabeza la declaración de independencia. Y si el Estado o alguien en el PDeCAT se cree que no es así, llevará las cosas al límite”. De este modo tan drástico se expresa un estrecho colaborador de Puigdemont.

El independentismo no las tiene todas consigo. Aún no alcanza a saber hasta dónde puede llegar el Gobierno central y espera que durante las próximas semanas haya procesamientos, inhabilitaciones o incluso actuaciones más severas. “El Estado español sabe sus limitaciones y lo único que puede hacer es meter miedo. Y nosotros, a pesar de los eslóganes, sí tenemos miedo, pero lo cierto es que les hemos ido perdiendo el respeto”, añade este colaborador, en alusión a las consignas coreadas en concentraciones, que usurparon el ‘No tinc por’ (No tengo miedo) de las manifestaciones antiterroristas para aplicarlo a la causa independentista.

En realidad, la ofensiva de Madrid, asumiendo el control de las cuentas de la Generalitat y el de los Mossos d’Esquadra para todos los temas referentes al referéndum, ha dejado muy maltrecha la logística del famoso procés catalán. En otras palabras: dinamitó los planes secesionistas.