En esta época imprevisible de primeras veces en política, las negociaciones para formar Gobierno suenan a historia repetida. El pulso que mantienen el PSOE y Unidas Podemos para lograr un acuerdo, o las presiones sobre Ciudadanos para que haga posible con su abstención lo que él mismo pedía cuando su papel era el de socio del nuevo Ejecutivo, siguen un guion similar al del 2016, cuando la falta de acuerdo obligó a volver a las urnas. Pero esta vez, apuntan los expertos, nadie quiere llegar al mismo desenlace.

«Aunque exista la posibilidad de repetir elecciones, no es un mecanismo previsto para ser utilizado», indica el politólogo Oriol Bartomeus. «Sería un fracaso de la clase política, la constatación de que no hay acuerdo, y la confianza en el sistema ya está bajo mínimos», insiste. Más allá del sostenimiento del sistema, están los incentivos de los partidos. «El PSOE no los tiene», defiende la profesora de Ciencia Política Ana Sofía Cardenal, que recuerda que «cualquier alternativa de Gobierno pasa por los socialistas, y no está claro que vuelva a ocurrir si se repiten elecciones».

«Estamos acostumbrados a que lo que tiene que ser no acabe siendo, pero nadie quiere elecciones», coincide la directora del GESOP, Àngels Pont, porque «aunque a priori Pedro Sánchez no sería el principal perjudicado, como no lo fue Mariano Rajoy en el 2016, todo podría cambiar». En la Moncloa creen que el enfado de los votantes traería un resultado imprevisible. Provocaría «frustración en la ciudadanía», en palabras del presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), José Félix Tezanos, que aseguró esta semana que habrá «voto de castigo» para aquellos que impidan el acuerdo.

De convocarse elecciones, el primer elemento a tener en cuenta es a quiénes se señala como culpables. En la repetición del 2016, la unión de Podemos e IU perdió un millón de votos. Y el voto útil al PP se llevó 400.000 papeletas de Ciudadanos. «El reparto de culpa es fundamental para encarar bien un adelanto electoral», dice Bartomeus.

«Los votantes castigan más a un partido que a otro en función del relato que se construya, y este todavía es incierto», coincide Ignacio Lago, catedrático de Ciencia Política. «Lo que sí sabemos es que caerá la participación, y eso penaliza a la izquierda», indica.

Apoyos suficientes

Porque en estos comicios se han establecido dos bloques. Y aunque volver a las urnas pueda beneficiar al bipartidismo, no se trata de saber quién gana, sino qué bloque tiene suficientes apoyos para formar Gobierno. «Por eso para el PSOE es tan malo como para Unidas Podemos que este último pierda apoyos», sostiene Lago.

Para Cardenal, Cs «ha perdido poder de negociación» cerrándose a pactar con el PSOE y su papel como árbitro de centro. «La derecha ha aprendido la lección de dividir el voto y es probable que se concentre en el PP», indica la politóloga. Con ella coincide Bartomeus: «El efecto del voto útil convertiría al PP en el único beneficiado».

En cualquier caso, los cuatro expertos sostienen que el escenario de nuevos comicios es el menos probable. Lago incluso apunta a la posibilidad de que Pedro Sánchez tenga que someterse más de una vez a la investidura. El único límite existente es el reloj que marca la Constitución, un plazo de dos meses desde la primera votación infructuosa.

Y hay precedentes. Mariano Rajoy tuvo una investidura fallida antes de convertirse en presidente con la abstención del PSOE ante la amenaza de unas terceras elecciones. «Hay bastante margen», insiste Lago. El objetivo es alcanzar un acuerdo antes de que el reloj se detenga y nos arrastre de nuevo al 2016.