La localidad coruñesa de Sada (10.000 habitantes) tiene desde ayer dos personas que se consideran el alcalde legítimo. Uno, Abel López, del BNG, ganador de las elecciones del 2003. Otro, Ramón Rodríguez, del PP, que fue alcalde durante los 24 años precedentes, tiempo durante el que nunca flaqueó su admiración por el dictador Francisco Franco.

Rodríguez juró ayer el cargo entre los abucheos de un millar de vecinos y pese a la desautorización de su partido, después de que, teóricamente, prosperase la moción de censura que su grupo impulsó contra López con el apoyo del tránsfuga socialista José Luis Santamaría.

Pleno caótico

López alega que el pleno de ayer "no es válido", ya que ni se debatió la moción, ni sus ediles escucharon el llamamiento para votar. Por eso asegura que su partido "tomará las medidas legales oportunas" y se considera aún alcalde de la ciudad. Rodríguez sostiene que la votación es válida y que, por lo tanto, el mando municipal ya es suyo.

Lo cierto es que ayer se celebró en Sada una sesión plenaria muy crispada. Un millar de personas habían tomado la Casa de la Cultura para protestar por la moción de censura. Los manifestantes recibieron a los ediles del PP y al tránsfuga del PSOE al grito de "Manos arriba, esto es un atraco" y con pancartas de "No a la corrupción y al transfuguismo".

La sesión fue casi inaudible. La presidió el tránsfuga Santamaría por su condición de concejal de más edad. No logró mantener el orden ni acallar los abucheos, aunque eso no le impidió seguir con la sesión, celebrar la votación y entregar el mando municipal a Rodríguez.

La moción concitó el rechazo de todos los partidos, incluido el PP, que anunció la apertura de un expediente de expulsión a los concejales que han respaldado la moción con apoyo del tránsfuga. Parece que ni siquiera Rodríguez, que confiaba en su amistad con Manuel Fraga, va a salvarse de la quema.

Tras el pleno, cientos de vecinos se manifestaron en el pueblo contra Rodríguez y el tránsfuga.