Arremetió contra todos. No ahorró críticas ni reproches. Su dolor le apagó en ocasiones la voz, pero no le impidió mostrarse tan serena y entera que nadie tuvo valor para replicarle. Pilar Manjón, portavoz de la Asociación de Afectados por el 11-M, protagonizó ayer la sesión más emotiva de cuantas ha vivido desde su constitución la comisión que investiga la masacre terrorista de Madrid. "No utilicen nunca más el dolor de las víctimas como arma partidista", exigió a la comisión, porque "son ajenas a la lucha política".

"Exigimos que no nos manipulen", no cesó de repetir. Después de un repaso sin contemplaciones de más de una hora a los políticos, los medios de comunicación y las diferentes administraciones públicas, Manjón logró un hito parlamentario: oír a todos los portavoces, unánimemente, asumir las críticas. Y a la inmensa mayoría, pedir perdón.

TRES EXIGENCIAS "Verdad, justicia y reparación", fueron las tres exigencias con las que resumió el decálogo de peticiones que incluyó en su sentida intervención. Averiguar la verdad, dijo Manjón, corresponde a los políticos, a los que conminó a averiguar qué "falló" antes del 11 de marzo para que los terroristas pudieran perpetrar el atentado.

La justicia, explicó, la esperan de los tribunales que condenen a los responsables "materiales e intelectuales" de la matanza de Madrid. Y sobre la reparación, aclaró que no pedía una compensación económica, sino que alguien pida perdón: "Hemos comprobado que el dinero ni abraza ni consuela".

INDIGNACION La crítica más agria y que más caló --por su acierto-- en los portavoces de los grupos parlamentarios fue la que lanzó Manjón a los trabajos de la comisión del 11-M. "Ha sido la comisión de ustedes y para ustedes", reprochó.

La portavoz de las víctimas relató cómo han asistido "atónitos" a las comparecencias de los líderes políticos. Cuánto les dolió no haber recibido información directa de la comisión sobre los avances de su investigación. Cómo les indignó ver sesiones en las que las guerras partidistas se impusieron sobre la razón última de la comisión, que se creó con el propósito de diseñar medidas para evitar una nueva masacre.

Manjón arremetió contra la "inquina de algunos portavoces" y "la frivolidad con que se alardean determinadas autorías". Entonces apuntó directamente a José María Aznar: "Si se sabe que los autores no están en lejanos desiertos, se deben aportar las pruebas ante el juez".

Desencantada con los políticos --aunque el 14 de marzo se tragó su dolor y acudió a votar-- reclamó otra comisión de investigación extraparlamentaria, técnica e independiente que "depure responsabilidades por error u omisión". Y por si no quedaba claro, añadió: "La asunción de responsabilidades significa dimisiones de los cargos políticos, institucionales y policiales que correspondan".

La comparecencia se inició con media hora de retraso. Lo que les llevó a sus señorías comprender que las víctimas no querían hablar a puerta cerrada, porque no podían consentir que su dolor permaneciera en privado. Ni siquiera ayer se les abrieron las puertas del Congreso. Sólo 11 pudieron entrar, y porque IU les invitó a título particular para que vieran a su portavoz en vivo.

EN LISTA DE ESPERA Las administraciones públicas también recibieron una dosis de reproches implacable. Manjón denunció una atención "ineficaz" que les ha llevado a "integrar las listas de espera" o a optar "por la sanidad privada". Atención psicológica insuficiente y un trato distante le llevaron a rogar: "Acérquense a nosotros, el dolor no es contagioso". Denunció que son testigos de un "reparto de condecoraciones y medallas" entre instituciones. Como colofón, reclamó que sus datos desaparezcan de los archivos en los que nunca pidieron figurar.