Llamadas al orden de la nueva presidenta del Parlamento andaluz; diputados quejándose por quedar fuera de la Mesa de la Cámara; unos, protestando por no poder prometer el cargo sobre la Constitución y defendiendo el Estatuto autonómico; otros, limitándose a jurar su cargo «por España»... La sesión de constitución del parlamento para el inicio de la XI Legislatura en Andalucía, la de la alternancia tras casi cuatro décadas con el PSOE al frente, dejó muestras ayer de cuán conflictivos serán los próximos cuatro años.

PP y Ciudadanos serán socios de un mismo Ejecutivo, peleando a la vez por un mismo espacio político y electoral frente a un bloque de izquierdas con poca capacidad de maniobra. Por si fuera poco, el otro actor en liza, Vox, mostró a las claras que aspira a ser fundamental para el día a día. De momento, y tras dar su voto a Cs para permitirle hacerse con la presidencia del Parlamento, reclama negociar el acuerdo programático para apoyar la investidura del popular Juan Manuel Moreno.

La jornada cumplió el guion que el día antes había escrito la alianza de las derechas y la ultraderecha, «el pacto de la vergüenza», según los socialistas. Aunque muchos contuvieron la respiración hasta el final, ante alguna jugada sorpresa de última hora, esta no se llegó a producir.

LA PIRUETA DEL VOTO SECRETO

La diputada naranja Marta Bosquet se hizo con la presidencia de la Cámara regional gracias a los votos de PP y Vox. PSOE, PP y Cs se repartieron las vicepresidencias, y las secretarías quedaron en manos de socialistas, populares y Vox gracias a una pirueta: en una votación secreta, los naranjas votaron al candidato popular, y el PP, al de la formación de ultraderecha. Todo para salvaguardar la imagen de que Cs no ha pactado con el partido de Santiago Abascal y que eso es cosa de sus socios.

Pero por mucho que renieguen entre las filas naranjas, Vox tiene claro que hará valer su apoyo. Ayer mismo, exigió su hueco en la mesa de negociación para que sus propuestas sean tenidas en cuenta en el pacto de PP y Cs cara a votar al líder popular como presidente de la Junta de Andalucía a mediados de enero.

Los ultraderechistas reconocen que hay medidas que comparten plenamente, como las de contenido económico o tributario y las de despolitización y racionalización de la administración. Pero en el plano social, algunas les chocan, como las leyes de igualdad, la protección de homosexuales y transexuales o la petición de más recursos para atender a unos inmigrantes a los que ellos quieren echar. Tampoco el modelo autonómico, que no comparten pero saben blindado sin modificar la Constitución, es prioritario para ellos. Por eso, ya tienen un equipo negociador para trabajar, «sin líneas rojas», con el fin de encajar sus ideas en el texto del acuerdo.

«Apoyaremos a quien tengamos que apoyar, pero después de sentarnos a hablar, como ha hecho el PP con Cs», dijo el líder andaluz de la formación de extrema derecha, Francisco Serrano. En la misma línea, el secretario general de Vox, Javier Ortega, aseguró: «No nos sentimos responsables ni obligados con otros acuerdos que hayan podido pactar esas dos formaciones políticas». Adelantó, incluso, que los discutirán «punto por punto».

POSICIONES DISPARES

Las respuestas de los socios fueron dispares. El PP reconoció no tener problemas en discutir el pacto, dado que no se ha firmado oficialmente. «A partir de hoy seguimos dialogando con otras fuerzas políticas y, especialmente, con las que integran el cambio», dijo Moreno. Pero Cs mantiene que el texto es intocable, aunque otra cosa es, dijo Marín, que durante la legislatura se ajusten cosas. La situación la resumió a la perfección Moreno, quien consideró que en la nueva legislatura «habrá que trabajar mucho».

Fuera de la Mesa queda Adelante Andalucía, que reclamó el sitio que le corresponde por reglamento. Una jugada calcada a la de la pasada legislatura, cuando el PSOE le arrebató el puesto al PP para dárselo a IU, a fin de que todas las fuerzas estuvieran presentes en el órgano de gobierno del Parlamento. Los tribunales obligaron a crear una vocalía, sin voto, para IU y a recolocar al PP.

Ayer, el dirigente de Adelante Andalucía Antonio Maíllo apeló a que esa sentencia no creaba jurisprudencia y exigió su sitio. De nada sirvió que el PSOE reclamara una reunión para crear esa vocalía ad hoc. Su presencia en la Mesa dependerá de un acuerdo político unánime.