El Gobierno desarrollará su programa de orientación netamente laica, pero con el ánimo de evitar toda confrontación con la Iglesia. Así lo expuso ayer en la Moncloa el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, quien aseguró también que no tiene previsto modificar los "acuerdos básicos" del Estado con la Iglesia.

Las relaciones del Estado con la Iglesia se rigen por los pactos suscritos en 1979 con la Santa Sede. Compromisos que, pese a superar el Concordato que el régimen franquista firmó en 1953, reportan muchos privilegios a la jerarquía eclesiástica en terrenos como la educación, la financiación y la preservación del patrimonio cultural.

Ante algunas de las iniciativas impulsadas por Zapatero --agilización del divorcio, investigación con células madre, regulación de las bodas homosexuales y supresión del valor académico de la asignatura de Religión--, la Conferencia Episcopal ha anunciado que apoyará cuantas protestas organicen contra el Gobierno los colectivos católicos. La batalla está servida.

EVITAR LA CONFRONTACION Sin embargo, ayer Zapatero --que recibió en la Moncloa al presidente checo, Vaclav Klaus--- se esforzó en evitar la confrontación con la Iglesia. Tanto, que llegó a descartar el cambio de los acuerdos con la Iglesia, textos que su titular de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, abogó por revisar el pasado mayo.

El presidente del Gobierno aclaró a los obispos que las medidas contra las que claman responden "estrictamente" al programa del PSOE, "que ha obtenido el respaldo en las urnas". Apuntó que seguirá con el plan de "ampliar el espacio de libertades civiles" con un "profundo respeto" a las críticas eclesiásticas, a las que no replicará en ningún momento.

Tras presumir de la "alianza" y la "amistad" de España con Estados Unidos, Zapatero expresó también sus dudas sobre la idea del presidente George Bush de montar una cumbre mundial sobre Irak. A su juicio, la propuesta debe discutirse en la Asamblea de las Naciones Unidas.