El proyecto de la Expo 2008 de Zaragoza prevé levantar un recinto ecológico de 25 hectáreas basado en "concepciones bioclimáticas". Para ello, endurecerá la normativa arquitectónica vigente y restringirá el uso de materiales contaminantes para la construcción de los pabellones. Para minimizar el impacto ambiental, en el diseño del complejo primarán las zonas verdes y las láminas de agua, que ganarán el terreno al hormigón.

El objetivo pasa por la creación de grandes viseras vegetalizadas visitables, que cubrirán por completo todos los pabellones para darles sombra y reducir así el consumo eléctrico. Bajo las cubiertas, el verde se seguirá apropiando del terreno hasta llegar a la orilla del Ebro. El recinto, configurado a través de distintos niveles aterrazados , sumará una superficie útil de más de 30 hectáreas. Visualmente, el visitante tendrá la sensación de estar en un complejo de unas 80 hectáreas.

El coordinador técnico de la sociedad pública de la Expo, Francisco Pellicer, consideró que con las láminas de agua, las zonas verdes y las grandes viseras para dar sombra se logrará un microclima. De esta forma, en pleno verano, considera que la temperatura reinante será seis grados inferior a la del resto de la capital.

EDIFICIOS SOSTENIBLES El proyecto oficial prevé "condiciones restrictivas" para garantizar la máxima eficiencia en la construcción de los edificios, como la duplicación de la exigencia de la normativa dedicada al aislamiento térmico. También se restringirá "al mínimo imprescindible" el uso de ciertos materiales por el impacto de su producción o por la reintegración de sus residuos, como el PVC no reciclado, pinturas con plomo, galvanizados o maderas con tratamientos de sales cúpricas. En caso de utilizarse, las empresas deberán justificar la ausencia de materiales ecológicos.

IMPACTO VISUAL El impacto visual será mínimo, según el proyecto, dado que el propio diseño del complejo se adaptará al reparto parcelario actual de Ranillas. No obstante, la Expo será visible desde el casco urbano de la ciudad y desde el paseo Echegaray. Desde la muestra se apreciarán las edificaciones de la margen derecha de la ciudad, "sin que ningún obstáculo impida la visión del Ebro, del medio natural circundante ni de los símbolos arquitectónicos e históricos de mayor valor de Zaragoza".

El único elemento rompedor será la Torre del Agua, que con sus 65 metros de altura se convertirá en la obra emblemática de la exposición internacional. Para el diseño de ideas del edificio, compiten diez equipos de arquitectos.

En la cimentación de este edificio, al igual que en los decenas de pabellones previstos en el recinto, se deberá tener en cuenta los riesgos de contaminación del suelo y de las aguas subterráneas, por lo que se deberán impermeabilizar.

En el plan director de la candidatura ya se advierte de que las características geológicas del meandro de Ranillas, la ubicación escogida para el complejo de la Expo, obligará a ejecutar cimentaciones "profundas" para algunas de las construcciones que pretendan perdurar en el tiempo. No obstante, señala que "en general" sólo se requerirá cimentación superficial.

Para respetar al máximo el entorno natural del meandro, la candidatura exigirá la máxima "organización" de las obras "de forma que se produzca la mínima alteración de suelo más allá del afectado por las construcciones". Las contratistas también se verán obligadas a realizar estudios de riesgos de vertidos, además de tener que disponer de medidas para la disminución del riesgo y el control de los contaminantes antes de que afecten al suelo o a las aguas subterráneas.