El futuro de Zaragoza se levantará en el meandro de Ranillas, situado a escasos 700 metros de la estación del AVE y a tan sólo 2.000 de la plaza del Pilar. Este enclave natural acogerá en tres años y medio una exposición internacional, que atraerá a Zaragoza una inversión en infraestructuras por un valor estimado en 1.500 millones de euros. Con el programa de actuaciones previstas, se convertirá en el nuevo centro de ocio y de negocios de la capital aragonesa.

La Expo 2008 revolucionará el mapa de la capital, que girará por fin su vista hacia el río Ebro. Un total de 25 de las 140 hectáreas que suma el meandro del Ebro acogerá el recinto de la exposición, en cuya construcción se invertirán 372 millones de euros. El resto de la superficie será el futuro pulmón verde de la capital, que gracias a esta actuación verá crecer en un 22% su superficie total ajardinada.

DISEÑO CON CONDICIONES El complejo de la muestra dispone desde hace meses de un proyecto básico que en los próximos meses se desarrollará y ejecutará con una premisa fundamental: la reutilización de los más de 60 pabellones en un plazo reducido de tiempo tras la clausura de la cita internacional. De esta forma, los edificios acogerán oficinas y nuevas sedes empresariales, dentro del proyecto de la milla digital del alcalde, Juan Alberto Belloch.

Hasta que llegue ese momento, el meandro de Ranillas será el mayor espacio de ocio en la historia de la capital, puesto que al recinto se sumarán un canal de aguas bravas, un jardín botánico, una playa fluvial y hasta un balneario. Todo cabrá en 140 hectáreas de superficie, en las que el color predominante será el verde.

El ambicioso proyecto se ubica en el espacio comprendido entre el cauce del Ebro y el trazado de la Ronda del Rabal, cierre del tercer cinturón. Un puente pabellón peatonal servirá de entrada emblemática al recinto desde la margen derecha, desde el barrio de La Almozara.

También se podrá salvar el río por una pasarela peatonal ya diseñada por Javier Manterola y por el futuro puente del Tercer Milenio, del ingeniero Juan José Arenas y que será récord mundial en luz --distancia entre apoyos-- en su tipología. Junto a él se levantará el edificio llamado a ser símbolo por excelencia de la muestra: la Torre del Agua, de 60 metros de altura y con fachada de cristal.

El recinto de la muestra estará presidido por una monumental plaza de 72.500 metros cuadrados y por un anfiteatro al aire libre desde el que se podrán seguir los espectáculos nocturnos. Se situará en la cota más baja (196 metros), la natural del terreno, desde la que se podrá acceder al voladizo que albergará las tiendas, restaurantes, bares y servicios.

Esta zona forma parte del área inundable por una gran avenida, pero los usos previstos no implicarán riesgos para los visitantes. De hecho, tras la celebración formará parte de la oferta futura de jardines de Ranillas.

El palacio de congresos y los 48 pabellones previstos se asentarán a cuatro metros más de altura (cota 200) sobre una plataforma de casi diez hectáreas con rampas y gradas para permitir la accesibilidad.

A los edificios, de trece metros de altura y con mil metros cuadrados de superficie máxima, se podrá acceder desde la plaza, aunque la comunicación también estará garantizada por un corredor aéreo que se pretende construir a media altura (cota 205) y por las azoteas.

Una cubierta con un manto de plantas de xerojardinería unirá todos los pabellones y dará sombra para hacer agradable el espacio de la Expo, que tendrá garantizado en verano seis grados menos de temperatura que el resto de la ciudad gracias al microclima que se generará con las láminas de agua que salpicarán el recinto.