NACIMIENTO EN MORA DE RUBIELOS (TERUEL), EN 1950. LICENCIADO EN DERECHO Y JUEZ. HASTA LLEGAR A LA ALCALDIA DE ZARAGOZA (2003), HA SIDO MINISTRO DE JUSTICIA E INTERIOR EN UNO DE LOS GOBIERNOS DE FELIPE GONZALEZ, DIPUTADO NACIONAL Y SENADOR.--¿Cómo se siente?

--Muy feliz.--Pues en política pocas veces puede decir uno que se siente feliz.

--Es verdad, la política no se caracteriza precisamente por eso. La felicidad, en la mayoría de los casos, sólo procede de la vida privada. En esta ocasión, sale de su ámbito privado e íntimo y se convierte en un sentimiento real. Por otro lado, no es nada especial. Todos y cada uno de los que estábamos en París tuvimos el mismo sentimiento de felicidad neta. Y cuantos estaban en la plaza del Pilar, también. Estoy como todos los vecinos: feliz.--No ha tenido tiempo ni para respirar ¿y para dormir?

--Tampoco. Pero lo malo es que no dormí el lunes ni el martes ni el miércoles en París.--Pero allí por otro motivo.

--Sí. Por trabajo. Cerramos el último voto media hora antes de la votación. Es revelador de cómo ha ido el equipo. Hemos estado hasta el último segundo. Pero es que imagínese que hubiéramos perdido por un voto. El resto de tu vida lo tendrías que haber pasado dándote latigazos.--Si se hubiera perdido, ése hubiera sido el peor resultado.

--Claro. Además, ayer (por el jueves) llegamos un poco tarde por culpa del avión. Luego hubo fiesta en el ayuntamiento y a continuación, en mi casa, con amigos que no querían irse. Cuando la gente se fue me quedé desvelado. Me acosté a las ocho y media de la mañana. Y a las nueve y media me despiertan diciéndome que llamaba el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Y he considerado que debía ponerme (risas).--Pues iba a preguntarle qué ha pensado al despertarse, pero me imagino...

--Que Zapatero estaba al teléfono.--Supongo que el presidente del Gobierno también estará contento.

--Sí, mucho, mucho. Hemos tenido una conversación muy larga en la que hemos repasado cómo ha ido todo, lo que había ocurrido. Le he agradecido en particular el papel del ministro Moratinos con los países árabes, que ha sido decisivo. Y el buen trabajo que ha hecho el director de Asia. Además, ya hemos preparado el plan de trabajo, porque le he dicho que quiero que en enero se cierre el tema del modelo organizativo para gestionar el proyecto.--La sociedad que impulse la iniciativa.

--Sí. El modelo que definamos... Anoche (por el jueves) hablé con el consejero de Economía, Eduardo Bandrés, para que DGA y ayuntamiento trabajen a partir del lunes en la propuesta, que será conjunta y que después plantearemos a la Administración central. También le he dicho a Zapatero que tiene que venir a Zaragoza, porque aquí se le espera y porque quiero que dé las gracias a mucha gente. Y en particular, a las 103 empresas que han apoyado esta idea. El, que me ha dicho que vendrá, se ha quedado muy sorprendido cuando le he comentado que la contribución de los empresarios privados a los actos promocionales es mayor que el presupuesto de las tres administraciones implicadas.--¿Es muy elevada?

--Sí. Han puesto más de cuatro millones de euros de forma altruista. Cuando yo comenté que ése era mi propósito, el escepticismo fue general y me dijeron que los empresarios de Zaragoza no se implicarían mucho de manera gratuita.--¿Y por qué lo han hecho?

--Porque este proyecto es muy apasionante y ha cuajado. Se ha metido en la piel de la gente ¿Cree que es posible seguir tan feliz tras siete horas de celebración, con lluvia y todo que tuvieron? Eso quiere decir que por fin Zaragoza se une. Eso es lo más importante. Tal vez es lo más intangible, pero es lo más bonito de todo lo que ha ocurrido.--¿Llegó a plantearse qué hubiera ocurrido en caso de perder después de todo lo invertido?

--No se hubiera perdido, salvo el dinero gastado en promoción, claro. Porque casi las dos terceras partes del presupuesto se han dedicado a estudios, proyectos, informes... sobre temas que en cualquier caso los hubiéramos hecho. Con la diferencia de que igual arrancaban en diez años y no en tres.--Cuando esperaban en París el resultado de la votación, ¿qué papel asumía, el del "sí" o el del "no"?

--Pues el estómago, el órgano más sensible que tenemos los hombres, me decía que ganábamos. Por eso en los últimos días yo estaba confiado, gracias a lo que había pasado en Asia, un tema que empezó la vicepresidenta del Gobierno. Y yo pensaba que les estábamos rompiendo en un sector que era suyo (de Italia). Pero la cabeza me decía que de los votos que pensabas tener había que deducir un 20%, del que te dice que te va a apoyar y no lo hace. Haciendo cuentas, es curioso, porque me salía que en primera vuelta tendríamos 48. Y sacamos 47. Además, entre primera y segunda votación, la gente no se dio cuenta que aún existía la posibilidad de perder.Continúa en la página siguiente