Lo que se había anunciado como una votación de quince minutos se convirtió en una espera de más de media hora. Un momento tenso y decisivo que las hinchadas de los países candidatos supieron convertir en un instante mágico para el recuerdo, pese al cansancio acumulado y el retraso del programa.

Mientras los delegados votaban en una sala aislada, las miradas de cientos de personas quedaban fijas en la gran pantalla instalada en el hall , por la que debía anunciarse la decisión del BIE. Autoridades, invitados y periodistas se acomodaron en sillas, repisas y hasta en el suelo para aguardar la decisión. Pero el silencio sólo duró unos instantes.

Al primer repiqueteo de castañuelas (que se repartían en el kit promocional de Zaragoza) le siguió un "viva" y después otro. Absorbida por el efecto dominó, Grecia respondió con cánticos corales. Trieste alzó al aire una bandera, un gesto que provocó tal fervor en los italianos que alguno llegó a pensar que éstos habían ganado la Expo. Tras unos momentos de confusión, Aragón respondió alto, claro y con lenguaje popular y al cante dicharachero. Porque del "Zaragoza, Zaragoza", las castañuelas y los "vivas" se pasó pronto a los "olé maños, olé" y otras composiciones futboleras. Algunos intentaron versionar el "illa, illa" de Movilla, pero en versión Ranillas.

Todo el mundo se vio invadido por el grito de guerra. El teniente de alcalde García Madrigal se lió a dirigir a tan improvisado coro subido sobre una mesa y secundado por más de un periodista. Las lágrimas saltaban y, tras la primera votación (aún a falta de la segunda) el presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos, Fausto Comenge, envió ya un mensaje al consejero del Zaragoza, Enrique Ortiz, desplazado con el equipo a Brujas. El SMS vaticinaba: "Expo sí". Cinco minutos más tarde, el BIE ratificaba el pronóstico.

En ese momento explotó la alegría. Julián Lóriz, de UGT, dedicaba su primer abrazo a López Babier. Angel del Val, exgerente del consorcio pro Expo, lloraba de alegría. Y lo mismo le ocurría al embajador Paz Agüeras, que llevado por la confusión, sacaba un cachirulo para secarse las lágrimas. Para él ese mismo instante tenía grabado una dedicatoria con el nombre de María Jesús Blanco, diplomática fallecida recientemente y que ha formado parte de este frente por la Expo. Allí estaban sus hermanas para recordar su trabajo: "Ella estaría orgullosa y seguro que ha pasado el día apoyándonos".