La coronel Ana Betegón (Zaragoza 1962), una de las primeras mujeres en acceder a las Fuerzas Armadas y actual directora del Hospital Militar de Zaragoza, ha destacado la mentalidad más abierta que tienen las mujeres, así como la capacidad de trabajo, fuerza y voluntad que han aportado en el Ejército.

Madre de dos hijas también con vocación militar, accedió al Ejército en 1990 con la carrera de Medicina y el siguiente paso será llegar a la máxima graduación, la de general, un largo proceso en el que ha observado la rápida adaptación de las Fuerzas Armadas a la presencia de la mujer y viceversa, con la excepción del uniforme, "un poco hombruno", según confiesa en una entrevista a Efe.

Ha sido condecorada con dos Cruces del Mérito Militar con distintivo Blanco, dos Cruces del Mérito Aeronáutico, Encomienda y Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, Distintivo de "Merito de Operaciones de Mantenimiento de Paz (OMP), Medalla OTAN NO articulo 5 con numeral 3 y con el Premio del Consejo General de Médicos a la mejor Trayectoria Profesional en otros ámbitos asistenciales.

-¿Cree que las mujeres en el Ejército lo tienen más difícil para ascender?

-No. En el Ejército hay una sistemática de ascenso que se aplica exactamente igual a hombres y mujeres y no lo tenemos más difícil.

-Como mujer, ¿cuál ha sido la traba más difícil que ha tenido que asumir en el Ejército?

-La época que puedo considerar más difícil fue que al mes de tener a mi primera hija me mandaron al País Vasco para una ocupación urgente e inmediata de unas plazas y dejar a mi hija tan pequeñita ha sido lo más duro en las Fuerzas Armadas. Durante un año.

-¿Es difícil para una mujer sin cualificación que accede al ejército ganarse el respeto de sus compañeros y superiores?

-Debemos olvidarnos de la cualificación. El respeto de los compañeros se gana por tu forma de trabajar. Si ven que aunque no tengas cualificación, en el puesto que tienes trabajas, te empeñas y lo haces bien vas a tener el respeto no solo de los compañeros, sino de los superiores también. Lo que he visto es que no miran si eres hombre o mujer, sino tu capacidad de trabajo. Y hay hombres que no valen, igual que mujeres, tengan o no carrera profesional.

-Da la sensación de que el Ejército es una institución tan cerrada como la Iglesia, en la que los abusos sexuales han sido silenciados y han quedado impunes. ¿Cree que se han podido producir este tipo de situaciones en el Ejército?

-En los 30 años que llevo en las fuerzas armadas, y me he movido mucho porque llevo dieciséis destinos diferentes, no he visto ningún caso de acoso sexual y además he trabajado como médico. Casos que haya podido haber en el Ejército, ni más ni menos que en otras empresas.

-¿Cómo afecta a la imagen del Ejército cuando salen noticias de mujeres que se han visto obligadas a abandonarlo por denunciar supuestos abusos por cuestión de género o de poder?

-Es en detrimento de las Fuerzas Armadas, pero igual que si saliera que se han cometido abusos en General Motors. Esas imágenes nunca pueden ser positivas ni para una entidad ni para una administración. Esa sensación de acoso nunca es una imagen buena.

-¿Le está costando al Ejército adaptarse a la incorporación de la mujer?

-Yo creo que no. Lo que he visto es que el Ejército pasó de no tenernos a tenernos y se adaptó rápidamente y rápidamente nos trataron bastante bien. No he visto que haya dificultad.

-¿Qué le falta al Ejército por hacer?

-Unos uniformes más femeninos. En el resto de las actividades somos uno más; siempre puede haber excepciones. No necesitamos nada más, nos lo estamos ganando nosotras a pulso. Pero como mujer me gustaría un vestuario más femenino. Cuando entré en las Fuerzas Armadas no había uniformes para embarazadas, hicimos un proyecto para adaptarlo a la uniformidad. No se hicieron, se tardó muchos años. Los uniformes de las mujeres del Ejército americano son más femeninos, el nuestro es un poco hombruno. En lo demás estamos demostrando con creces que las mujeres nos hemos adaptado bien a las Fuerzas Armadas y las Fuerzas Armadas a nosotras.

-¿Qué han aportado las mujeres al Ejército?

-Creo que hemos dado una visibilidad más alta. Ese toque de voluntad. Las mujeres tenemos una fuerza de voluntad mayor que la que pueden tener los hombres. En cualquier carrera los números uno son mujeres. Esa capacidad de trabajo, de fuerza, de voluntad... es una de las cosas que hemos aportado.

-Decía en una entrevista que en determinadas unidades es más difícil que entren mujeres porque se les exigen unas determinadas capacidades físicas, pero son unas cualidades que han puesto los hombres. No cuadra con esas afirmaciones suyas.

-Estas unidades son Operaciones Especiales, Paracaidistas, Zapadores, de élite y nuestra capacidad física no puede verse mermada. Tenemos que cumplir unas misiones y tener un cuerpo y una capacidad física para hacerlas. No es que haya que bajar las pruebas físicas para que entren más mujeres, sino que las que entren tienen que ser tan buenas o mejores que los hombres porque son unidades muy complicadas en vida, en funcionamiento, en exigencia física, en el día a día. Las mujeres tenemos una serie de condiciones fisiológicas que nos limitan, pero la que es buena y ha entrado es muy buena. Para un mismo trabajo tenemos que tener la misma capacidad.

-¿Todavía tienen que cambiar la mentalidad los hombres para adaptarse a esas situaciones?

-Somos más abiertas nosotras. En un grupo de hombres y mujeres de maniobras somos nosotras las que más rápidamente nos desvestimos y nos ponemos la ropa antes que uno de los hombres se quede en calzoncillos y se cambie. Nosotras nos hemos adaptado mejor. En una de mis primeras maniobras en San Gregorio era la única mujer y nos montaron una ducha corrida. Yo me puse en la fila con mi albornoz y un bañador y fueron ellos los que me dijeron: No, no. No entras con nosotros.