La activista Erika Chueca (Zaragoza, 1980) lleva diez años trabajando en Médicos del Mundo atendiendo a víctimas de trata, un trabajo que le enfrenta a diario con las distintas violencias que sufren las mujeres en el mundo, como la explotación sexual, la mutilación genital femenina o los matrimonios forzados.

Por ello, cree en el feminismo "de diferentes colores". "No podemos seguir mirando con gafas moradas pequeñitas", afirma en esta entrevista en la nueva sede de la oenegé en Zaragoza, donde un grupo de mujeres, todas inmigrantes, espera su turno para pasar a una consulta médica que ahora han tenido que ampliar para atender a los pacientes que no tienen tarjeta sanitaria.

--Se habla de violencia de género, pero no tanto de la trata de mujeres. ¿Por qué?

--Está costando mucho interiorizar que hay muchas mujeres que son víctimas de trata en España. El hecho de que las mujeres explotadas sean otras, y no españolas, tiene también mucho que ver. Cuando no nos ocurre a cierta parte de la población parece que no es tan grave, y en el caso de la explotación sexual, la mayoría de las mujeres procede de países empobrecidos. Mientras a nivel político no se establezca que la trata es una forma de violencia de género será difícil luchar contra ella.

--¿Cuántas mujeres están en esta situación?

-- Desgraciadamente España es uno de los países donde más se consume prostitución, pero no existen datos estadísticos fiables. El último estudio del sociólogo David Maringo hablaba de unas 1.400 mujeres sólo en la ciudad de Zaragoza.

--De estas mujeres en prostitución, ¿cuántas son víctimas de trata?

--Los últimos datos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado dicen que un 80 % de las mujeres prostituidas son víctimas de explotación sexual, unas 12.000 víctimas no reconocidas en el país.

--Desde Médicos del Mundo, ¿se detectan casos de víctimas de trata?

--Sí que se detectan, tanto en las intervenciones que hacemos en clubes, pisos y calles como aquí en la sede. La cuestión es que es muy difícil que ellas se reconozcan como víctimas de un delito porque vienen despojadas de sus propios derechos. Pero, además, iniciar un proceso de denuncia es complicado, porque no siempre el sistema las protege.

-- ¿Vienen engañadas desde sus países de origen?

-- Sí, la gran mayoría viene engañada por un hombre que les ofrece un futuro mejor en España y, en otros casos, son directamente amenazadas por sus propias familias, que las explotan sexualmente.

--¿Habéis ayudado a mujeres a salir de esta situación?

-- No es tanto que nosotras les ayudemos, sino que ellas den el paso. Sí que hay mujeres que consiguen salir de la prostitución e iniciar una nueva vida. La mayoría no quiere estar en esa situación. Quieren ser mujeres titulares de sus propios derechos y ser protagonistas de sus vidas. En la prostitución, el putero, el cliente o el dueño del club son los que dirigen sus vidas.

--¿Sois abolicionistas?

--Sí, profundamente, porque en Médicos del Mundo trabajamos con las mujeres y ellas nos cuenten cuáles son sus deseos, sus inquietudes, sus temores y sus miedos. Cuando llevas muchos años trabajando con ellas, y una vez tras otra te cuentan que quieren dejarlo, formarse y hacer otra cosa, eso sólo te puede llevar a ser abolicionista.

--¿Cómo vivió el 8 de marzo?

--Todos los 8M son importantes, pero creo que este año volvimos a dar una lección de sororidad. Para mi fue un día muy emotivo, un día para cuidarnos, querernos y apoyarnos.

--¿Llevaba pancarta?, ¿Qué ponía?

--Sí, dos frases. 'Ninguna mujer tiene un orgasmo limpiando el suelo de la cocina', de Friedman, y 'El feminismo será antirracista o no será'.

--¿Las mujeres inmigrantes con las que trabaja participaron en la movilización?

--Sí. No podemos seguir mirando con unas gafas moradas pequeñitas, sino que tenemos que ver también las violencias que sufren las mujeres en el mundo, como los matrimonios forzados, la trata, la mutilación genital... Son violencias que no son propias de la mujer blanca, pero que están ahí y están ocurriendo también en nuestras calles. Por eso creo mucho en el feminismo de distintos colores.

-- Frente a la explosión del 8M, hay también un descrédito del feminismo, ¿le preocupa que cale este mensaje?

-- Los hombres machistas no están dispuestos a cuestionarse sus privilegios y lo único que les queda es desacreditar el movimiento feminista. Yo ignoro todo ese tipo de cosas, tengo muy claro mi activismo personal y mi ideología feminista, porque creo que no se puede ser otra cosa a día de hoy. Lo que quiero es que el 8M se refleje en unos votos responsables en las elecciones.

--¿Se ha sentido discriminada en algún momento?

-- Esto es algo que me llevo cuestionando durante mucho tiempo. He tenido suerte porque llevo diez años trabajando en Médicos del Mundo, que tiene un plan de igualdad brutal, pero sí he sufrido discriminaciones o faltas de respeto, que son micromachismos o abusos de poder.