Unos días después de que el domingo, en las marchas del Día internacional contra la violencia machista, las participantes clamaran contra la prostitución y los llamados vientres de alquiler, Madrid y Barcelona amanecieron empapeladas con carteles con el lema Nosotras parimos, nosotras decidimos a favor de la técnica de la maternidad subrogada. La asociación Son nuestros hijos ha contratado la exhibición de 9.000 anuncios en las paredes de las dos principales ciudades, así como un luminoso gigante en la madrileña Plaza de Callao y tres fachadas más, para indignación de los colectivos feministas, que ven cómo el lobi a favor de la maternidad subrogada no solo se ha apropiado de uno de sus históricos lemas, sino que está consiguiendo cierto éxito en las redes sociales, asociando esta práctica al altruismo.

Nosotras parimos, nosotras decidimos fue el grito que las feministas acuñaron hace años para defender los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres. "Gracias a ese lema hemos trabajado siempre a favor de leyes de interrupción voluntaria del embarazo, porque estamos en contra de una maternidad impuesta, pero también forzada y sujeta a contrato y condiciones, como en los vientres de alquiler”, asegura Alicia Miyares, portavoz de la plataforma No somos vasijas. Por ello, se muestra “indignada” ante una “campaña que defiende una práctica indigna”.

Petición al Ayuntamiento

Su plataforma está en conversaciones con el Ayuntamiento de Madrid para que retire la campaña, aunque no es sencillo, solo durará tres días y el consistorio y la Comunidad de Madrid se pasan la pelota mutuamente. Asimismo, exigen que se les ceda el mismo espacio y gratuitamente para defender “la legalidad y los derechos de las mujeres”, puesto que en España la maternidad subrogada está prohibida. Ciudadanos llevará en breve al Parlamento una iniciativa para regularla de manera altruista, pero el PSOE y Podemos se han situado radicalmente en contra. De hecho, Irene Montero, que el domingo interrumpió su baja de maternidad para manifestarse contra la violencia machista, señaló en Twitter que “nadie usaría el lema para defender que podamos vender un pulmón porque soy libre de hacer lo que quiera con mi cuerpo”.

Otro de los aspectos que han enojado a los colectivos feministas es la “confusión creada por la campaña”, donde bajo el hasgtag #yogestaría se invita a las mujeres dispuestas a ayudar “a su propia familia o a una hermana” a tener un bebé a difundirlo públicamente en un vídeo de corta duración. La iniciativa se lanzó con 200 testimonios y en 24 horas se han adherido al menos 100 mujeres más. “Intentan colocar una mercantilización en el terreno de la libertad de las mujeres”, señala Marisa Soleto, de la Fundación Mujeres, quien subraya que las organizaciones sociales nunca han tenido dinero para pagar una campaña de estas características, lo que en su opinión demuestra que detrás del supuesta filantropía hay intereses económicos.

La financiación

El presidente de Son nuestros hijos, Marcos Jornet, lo niega y aunque no da cifras de cuánto ha costado la iniciativa afirma que se ha financiado íntegramente con las cuotas de los socios. Asimismo lamenta que las protestas feministas intenten “silenciar la voz de las mujeres” dispuestas a ayudar a ser padres.

A todas ellas, Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, les pide que “reflexionen sobre qué hay detrás de esta campaña y porque algunos colectivos llevan años peleando contra los vientres de alquiler”, y apunta que en países como Gran Bretaña o Canadá donde se permite sin un intercambio monetario la mayoría de las parejas o progenitores solicitantes tienen que acudir al extranjero porque no encuentran mujeres dispuestas a gestar voluntariamente.

“El principio madre es la que pare es cierto”, añade Miyares, quien señala que una persona podría hacer con su cuerpo lo que quisiera si en su decisión no se viera afectado un tercero, el bebé, “que se convierte en un objeto de transacción contractual”. “Nadie es libre para ceder o donar a su hijo”, concluye.