A Lorena García y a su compañera Tania Rodríguez les va marcha. La árbitra zaragozana de balonmano pita mejor conforme el partido es más caliente. Le sucedió hace pocos días en la cancha del Santoña. «Nos gusta el ambiente caliente. Me encanta que haya bombos, charangas, que el pabellón esté lleno, que los jugadores sean duros, que la grada apriete. Estamos entrenadas para ello y nos motiva arbitrar mejor cuando el campo está lleno y meten presión los aficionados», explica.

Lorena García es pasional, nerviosa, abierta, visceral, simpática y, sobre todo, muy perfeccionista. Lleva ya siete años arbitrando por las canchas aragonesas y de toda España y ha mejorado sin prisa, pero sin pausa. «Uno de mis fallos es mi impulsividad. Siempre digo lo que pienso. Si he tenido un mal día no se puede notar en el partido. Antes era muy rígida, muy dura y un poco prepotente. Eso no sirve para nada. Ahora puedo razonar con cualquiera. Intento dialogar, ser flexible e incluso pedir perdón. Por eso nos hemos ganado el cariño dentro y fuera de la pista», reconoce esta deportista nacida en la localidad de Ambel hace 25 años.

García y su compañera saben que está a punto de llegar su momento. El año pasado fue el primero que pitaron en la Liga de las Guerreras y en la División Plata del balonmano masculino español. Ambas pueden aprobar una asignatura pendiente de este deporte y llegar a ser la primera pareja femenina que pite en la Liga Asobal. «Es un objetivo complicado, pero voy a luchar por ello. Es un buen momento porque estamos apoyadas por la Federación Española y la territorial. Trabajamos muchísimo y tenemos que responder a este apoyo que nos dan. No hay que ponerse una fecha. Todo llegará y espero que no pasen muchos años. Nos gusta lo que hacemos y lo hacemos desde el corazón. Trabajando día a día se consiguen los objetivos y vamos a dar todo para estar lo antes posible y de la mejor manera posible», confiesa.

Aunque la gran meta de la pareja es ser internacional y alcanzar la vitola olímpica. Aunque Tokio queda muy cerca y la cita más adecuada podría llegar en los Juegos de París en el 2024. «Pienso que es un objetivo viable», apunta. García se extraña que en un deporte con tantos triunfos para España, la mujer nunca haya tenido un sitio destacado como árbitra. «Es preocupante que con el nivel que tenemos en España nunca haya habido una pareja femenina internacional». Aunque Cristina Fernández fue la pionera. «Ella fue la única mujer que ha pitado en la Liga Asobal. Pero su pareja era un hombre. Ahora es nuestra tutora», apunta la zaragozana.

Lorena García fue antes practicante de un deporte que es una pasión. Empezó a jugar en La Almozara con 12 años. «Me inicié con mis amigas del instituto del barrio. Practicaba muchos deportes. No he sido un diez en ninguno, pero he sido de siete y se puede jugar conmigo a todo porque soy muy competitiva», reconoce. Mejoró tanto en el balonmano que llegó a competir en el Rótulos Plasneón de la División Plata. Jugaba de lateral y extremo izquierdo. Su último equipo fue el Stadium Casablanca. «Estuve dos años y disfruté muchísimo con mis amigas». Pero entonces tomó la decisión más importante de su vida. «Siempre he sido muy curiosa y sabía que como jugadora no llegaría a más. Salió un curso de árbitros y me apunté para conocerlo más profundamente. Un árbitro que pita en Primera Nacional no puede jugar y entonces me decidí por el silbato. No me arrepiento porque el arbitraje me ha dado mucho y espero que me dé mucho más en mi vida», explica.

Ahora apenas desconecta y gran parte del día piensa en el balonmano. «Es importante el descanso para mi rendimiento y lo necesito. Los árbitros tenemos una vida y al menos me fui de vacaciones una semana a Croacia», dice. Su labor la compatibiliza en un gimnasio como entrenadora personal. «Trabajo ocho horas diarias. Pero voy con el ordenador a todos los sitios. Veo los partidos en el gimnasio. Soy muy perfeccionista y siempre se puede de mejorar».

Ahora es la directora de la Escuela de Árbitros de Aragón en la Federación Aragonesa. Cuando se inició en el arbitraje García estaba sola como en una isla. Siete años más tarde todo ha cambiado afortunadamente en Aragón. «Este año comenzó el proyecto llamado Yo quiero ser árbitra. Hoy el 40% de la plantilla arbitral son chicas».