Miriam ‘La Reina’ Gutiérrez se sube al cuadrilátero y baila mientras golpea y finta los golpes que le llegan. Lucha por ganar. Y lo consigue siempre. Y una vez fuera, cuando se baja del ring, pelea por que haya respeto entre los jóvenes; para que nadie, como ella, sufra violencia de género y, también, para que el boxeo profesional tenga el reconocimiento que considera que falta en España.

Esta vallecana (Madrid, 1983) se prepara para el Mundial con cinco Campeonatos de España con medalla y pelados en su palmarés. Como profesional, cuenta con 12 victorias, cinco de ellas por KO, y ninguna derrota. El primer premio llegó en 2009, en el Campeonato de Madrid.

Diez años después, en marzo del 2019, se coronó como campeona de Europa en la categoría de peso ligero. Fue el 23 de marzo. Peleaba en casa, en el Casino Gran Madrid de Torrelodones. Enfrente tenía a la británica Samantha S.J. Smith.

“Fue uno de mis mayores logros, sobre todo porque tenía la cabeza en su sitio. Y el corazón también. Era un disparo con muchos nervios, una sensación rara pero preciosa a la vez. Controlar esas emociones es lo más difícil ahí arriba. Porque por un lado quieres disfrutar pero, por otro, te encuentras con el nerviosismo, porque luchas en casa y tampoco quieres fallar a la gente. Y, a la vez, te preguntas por qué piensas en los demás, si lo estás haciendo por ti misma. Es contradictorio. Tu cabeza y tu corazón. Tu corazón y tu cabeza”, relata la boxeadora.

La reina Gutiérrez, en una sesión de entrenamiento / JOSÉ LUIS ROCA

Con todo, asegura que ha sido de las sensaciones “más bonitas” que ha tenido. “Sobre todo cuando me pegó la primera hostia. Ahí me dije que eso ya no me gustaba tanto. Pero al final pudimos remontar, porque había una buena preparación detrás”, asegura. Al final, se impuso por decisión unánime de los jueves (98-92, 99-91 y 99-92).

EMPEZÓ POR CASUALIDAD

Su exitosa carrera en el boxeo empezó casi por casualidad. “Practicaba full contact, kick boxing… Me gustaba mucho y sabía que me iba bastante bien. Así que al romperme el aductor lo que menos quise fue dejarlo. Me metí directamente a un deporte de contacto donde solo se utilizaran las manos”, explica.

Su entrenador, que en esa modalidad era Omar Cadenas, le aconsejó a Jero García. “Que encima llevaba a chicas. Fue un pionero en esto de promocionarlas y tener confianza en ellas, para que nosotras también pudiésemos entrenar y hacer competiciones. Así que me vine con él”, prosigue.

Ahí empezó su “locura con el hermano mayor” (el boxeador hace de ‘coach’ desde el 2015 en el formato televisivo del mismo nombre que se emite en España). Miriam Gutiérrez tenía unos 16 años años la primera vez que pisó ese gimnasio, un antiguo garaje en el madrileño barrio de Lucero: “Aquí he pasado más tiempo que en mi casa. Unas cinco horas al día”.

DOS PARONES

El uso intensivo del gimnasio solo se mermó en un par de ocasiones. Porque en su trayectoria tan solo ha habido dos parones que nada tienen que ver con el deporte.

Uno fue por la baja maternal que hizo hasta cinco meses después de tener a su hijo. No aguantó más tiempo parada. Le podía “el mono”. “No es aconsejable, pero una vez se cortó la lactancia ya dije ‘aquí hay que hacer algo’. Fue rápido. Además venían los campeonatos y tenía claro que tenía que ir a por ellos”, relata.

La segunda parada sí fue más larga. Culpa de otro golpe que nada tenía que ver con el boxeo. Por entonces, la boxeadora tenía 19 años y sufría malos tratos por parte de su pareja de entonces. Cuando estaba embarazada de ocho meses de su hija la paliza fue tal que el parto se adelantó.

Y a partir de ahí, señala, “empezaron todas las dudas y todos los miedos” que le hicieron separarse del deporte. Por suerte, asegura que tuvo a mucha gente alrededor para ayudarla. También a Jero García, que fue una de las razones para volver al gimnasio y empezar de cero. Para hacer de “hermano mayor”.

“Hubo muchas dudas hacia los hombres. Les tenía un poquito de odio. Y esa es una de las cosas que tuvo que controlar Jero [García], estar conmigo en muchos de los momentos en los que sufría ansiedad. Cuando él empezó a controlar un poquito la situación, yo empecé a controlarme a mí misma también. Y a partir de ahí, todo lo que tenía alrededor”, relata.

También tuvo que aprender a autocontrolarse en las competiciones “para poder empezar a sonreír”: “Lo que antes hacía por odio empecé a tenerlo como un disfrute. De subir enfadada a subir sonriendo”. Porque la mueca llega en cuanto pone los pies en el cuadrilátero: “A la gente le choca mucho, pero yo no puedo evitar coger y subirme a un ring para hacer este tipo de competiciones, que al final es golpearte, y estar feliz. Yo siempre lo digo que es tocar y que no te toquen. Y, sobre todo, intentar bailar con toda la alegría del mundo, que es lo que hago”.

La leona con corona que adorna la espalda de la boxeadora madrileña / JOSÉ LUIS ROCA

EL PASADO EN LA PIEL

Si ciertas marcas en la cara y en la piel exponen al boxeador el pasado en esta disciplina, a Miriam Gutiérrez la tinta que recorre su cuerpo permiten ver toda una vida. En su brazo derecho se ve el nombre de su hija tatuado entre dos alas, como el ángel que es para ella. Justo debajo está la flor del pensamiento, al ser ‘La Reina’ “jardinera de siempre”.

En el lado izquierdo está el nombre de su “niño”, su fecha de nacimiento y la de su boda. Desde la mano sale la palabra resiliencia (RAE: capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un estado o situación adversos).

En la espalda, una leona con una corona te mira a los ojos con fuerza. El significado está claro: “El animal no es que tenga muy buen gesto; mira fijo y a la cara, que es como me considero yo. Soy una persona que va de frente, digo todo tal y como es. Y la corona es de la reina, porque es lo que hay que ser en la vida para seguir avanzando”. También se ven reflejados la protección hacia su hija, la protección de su tía hacia ella, o su hermana Coral.

EL RESPETO HACIA 'LA REINA'

Todo esto lo explica en su gimnasio, que en el momento de la entrevista está abarrotado de gente: hay niños, jóvenes, mujeres y hombres. Todo el mundo parece saber lo que debe hacer cada vez que suena la sirena que marca la alternancia de ejercicio.

El cambio con respecto a los hombres vino también por lo que se encontró cuando volvió a este sitio. “Es un deporte que antiguamente era masculino. Sin embargo, yo entro aquí y les llamo caballeros, al igual que ellos a mí me llaman ‘La Reina’. Fue todo por eso: por cómo me trataban”, asegura. Por el respeto. “Algo que antes no pasaba, no respetaba a nadie, la verdad”, confiesa.

“Te empiezas dando un abrazo al comenzar, mientras aún te estas poniendo los guantes. Te golpeas sin parar, sabiendo que hay unas pautas y unas reglas a seguir. Y luego, al terminar, hay otro abrazo sin ningún tipo de rencor. Para mí, ese es uno de los valores que me ha dado el boxeo. También el respeto, la constancia, el sacrificio. Hay muchos. Pero sobre todo el compañerismo, que es una cosa que yo valoro mucho”.

Valores que les transmite a adolescentes con charlas en institutos. A ellas les explica que hay que estar unidas entre sí. A chicos y a chicas, que se respeten entre ellos. “La unión hace la fuerza. Si vamos a desnivel al final es tirarse porquería unos a otros, así que les transmito todo lo que se da el deporte: que tenemos que ir de la mano”, asegura.

Su entrenador Jero García tiene una fundación en la que Miriam Gutiérrez participa desde hace más de 10 años para luchar contra lacras como los abusos sexuales o la violencia de género. Una labor que ha servido para que este mismo año le llegase una propuesta política.

DEL DEPORTE A LA CONCEJALÍA

En las pasadas elecciones municipales, a Gutiérrez le preguntaron si, como independiente, aceptaba ir de número dos en las listas del PP. Dijo que sí y ahora ostenta la Concejalía de la Mujer, donde también promulga los valores que le ha inculcado el boxeo.

“Estoy en un periodo en el que me encuentro muy feliz porque estoy consiguiendo muchas de las cosas teniendo en unión a un montón de mujeres, luchando por y para ellas”, asegura.

Uno de los servicios fundamentales de esa Concejalía es el Punto Municipal del Observatorio Regional de la Violencia de Género. También llevan a cabo diferentes programas cuyo objetivo es alcanzar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. En este sentido, la boxeadora destaca que están los proyectos que están poniendo en marcha para jóvenes.

El despacho del ayuntamiento del municipio se alterna con los entrenamientos, que siguen siendo intensos. Todo tiene que estar a punto para el Campeonato del Mundo WBA Interino en la categoría de peso ligero que se disputa contra la venezolana Karen Batiz. Y de nuevo en casa, en el Casino Gran Madrid.

Igual que en el ayuntamiento, cuenta con un equipo grande detrás. También a los sponsors que le están “ayudando a muerte”. “Y eso desde España -explica - es muy difícil. Me duele mucho que esto sea así, pero fuera, a nivel internacional, la gente vive de ello mientras que aquí es imposible”.

Ni siquiera ella. “Y ya ni porque sea mujer. Pero si ya en el ámbito masculino es muy complicado, en el femenino lo es aún más, por muy alto que sea tu nivel. El dinero no te lo dan como fuera, donde tienen becas grandísimas con las que se puede vivir mes a mes de tu físico y de tu deporte de contacto. Aquí es imposible”, asegura.

Aunque el boxeo gana cada vez más adeptas, cree que sigue estando tanto a nivel profesional como amateur. Pero ella seguirá luchando por cambiar esto. La próxima batalla es el 29 de noviembre, para conseguir el mundial. Para seguir ‘bailando’.