El 2020 ha sido el año de la mujer. No estaba declarado como tal de forma oficial, pero en que lo fue coinciden las cuatro ponentes del desayuno informativo que EL PERIÓDICO DE ARAGÓN ha organizado con motivo del Día Internacional de la Mujer. En un coloquio telemático moderado por Dalia Moliné, subdirectora del diario, cuatro personalidades de distintos ámbitos de la sociedad se han dado cita para debatir sobre el papel actual de la mujer, los roles y dinámicas establecidas en las relaciones de las familias, la adaptación de la mujer a los desafíos de la pandemia, los estereotipos que no terminan de extinguirse o la lacra de la pobreza femenina.

Así, participan en el foro María Goikoetxea, directora del Instituto Aragonés de la Mujer, Ane Epalza, gestora de comunicación y sostenibilidad de Coca-Cola, Mayte Mazuelas, presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) de Aragón y vicepresidenta nacional de ATA, y María Luisa Sarsa, catedrática de Física Atómica, Molecular y Nuclear en el departamento de Física Teórica de la Universidad de Zaragoza.

Al grano. Tras años de manifestaciones multitudinarias en la jornada del 8 de marzo para reivindicar los derechos de las mujeres, la pandemia pone sobre el tablero la contradicción de celebrar o no mañana movilizaciones en las calles. Ane Epalza, gestora de comunicación y sostenibilidad de Coca-Cola, cree que es "muy complicado" posicionarse a favor o en contra: "Hasta ahora se han sucedido distintas manifestaciones, pero en este momento pandémico, por desgracia, tenemos que ser todos muy responsables. Es cierto que las manifestaciones del 8 de marzo, de un tiempo a esta parte, son multitudinarias al salir la mayoría de las mujeres a la calle. No sé si se deberían buscar alternativas para alzar la voz y seguir construyendo en favor de una sociedad más igualitaria, pero siempre con precaución".

Sin embargo, para María Goikoetxea, la directora del Instituto Aragonés de la Mujer, los intereses por empequeñecer el movimiento están presentes en el debate público: "No podemos obviar que detrás de toda esta polvareda existe un intento más de criminalizar e invisibilizar al movimiento feminista y la lucha de las mujeres. Hemos tenido diferentes manifestaciones a lo largo del año y con ninguna se ha levantado tanto debate como con esta. Es como que molesta que las mujeres se organicen para reivindicar sus derechos".

Por otro lado, para María Luisa Sarsa, catedrática de Física Atómica, Molecular y Nuclear por la Universidad de Zaragoza, apunta la necesidad de buscar esas alternativas y encontrar "más formas de visibilizarse". "Por supuesto, hay que tratar de no perder la visibilización y adaptarse a las reglas a las que estamos ahora sometidas. Es una mezcla de responsabilidad individual y colectiva. No es malo visibilizar en la calle con las medidas sanitarias adecuadas y combinarlo con otro tipo de movilizaciones", explica Sarsa.

Una vía intermedia con la que coincide Mayte Mazuelas, presidenta de ATA Aragón, quien cree que "este día es muy importante para las mujeres desde hace muchos años", pero añade que "todos somos conscientes de las limitaciones de la pandemia". "Hay muchas formas de reivindicar este día 8 y entre todas podremos hallar una manera en la que no sea perjudicial para nadie", afirma Mazuelas.

María Goikoetxea, directora del Instituto Aragonés de la Mujer. Foto: Cris Aznar.

Las mujeres en la pandemia

Marzo del 2020 trajo consigo el confinamiento, el hidrogel y las consecuencias económicas de una pandemia que dura ya un año. Trajo también la condición de imprescindibles para los que se quedaron trabajando cuando todo paró. El sector de la enfermería, el personal de limpieza, las cajeras o las farmacéuticas fueron las profesionales que se mantuvieron en pie durante el estado de alarma. A esta conclusión de las ponentes añade María Goikoetxea que "una de las verdades incontestables que ha puesto la pandemia encima de la mesa es la evidencia de que la mayor parte de los servicios esenciales están llevados a cabo por mujeres". "Son generalmente trabajos relacionados con los cuidados, ultrafeminizados, invisibilizados y, por supuesto, poco o nada reconocidos", subraya la directora del IAM.

Mayte Mazuelas menciona "incluso a sectores que nunca habíamos pensado, como esa farmacéutica que en entornos rurales ha hecho casi de médica de cabecera y psicóloga para los vecinos". Y a ello se adhiere María Luisa Sarsa, a quien le ha llamado la atención la importancia que han tenido las gestoras en el nivel de la máxima gestión en política: "Siendo que hay muchas menos mujeres con responsabilidad al frente de un país, creo que en general lo han hecho de forma diferente a los perfiles masculinos en los mismos puestos de responsabilidad, precisamente por ser más conscientes de la importancia que tiene en la sociedad la parte de los cuidados y darse cuenta de lo que implica esta situación de pandemia. Los perfiles que han tratado de negar el problema o buscar soluciones de sálvese quien pueda no han sido adoptados, en general, por las mujeres que gobiernan en sus países".

Y es que son los cuidados, hasta ahora tradicionalmente asociados a las mujeres, uno de los ejes del debate feminista. Incluso en los cargos políticos, cuando se otorgan los ministerios relacionados con esos cuidados a los perfiles femeninos. "Por suerte, esto se ha comentado y hablado", dice Ane Epalza, quien añade que este trabajo "se ha valorado no solo a nivel mediático sino también a nivel social". Además, la gestora de comunicación y sostenibilidad de Coca-Cola cree que el confinamiento fue un "shock, un cambio que requirió una rápida adaptación y una diversificación de los roles en cada casa".

En esta idea profundiza Mayte Mazuelas, que piensa que esto se ha puesto de relevancia durante el pasado 2020: "Antes, al salir de casa, separábamos los roles: mujer, madre, esposa, educadora… En general, las mujeres nos adaptamos mejor porque estamos más acostumbradas a adecuarnos a las diversas situaciones que pasamos en nuestras vidas. Somos más camaleónicas: intentamos trabajar según vienen las cosas. Y eso se ha notado ahora".

Lo resume María Goikoetxea: "Al igual que las mujeres nos hemos incorporado a lo largo de las últimas décadas al mercado laboral con cierta normalidad, es cierto que nuestros compañeros hombres no se han acogido a las tareas de cuidados de la misma manera. Por ello, la carga de los cuidados familiares en el ámbito de la familia sigue recayendo necesariamente sobre las mujeres, y cuando hay que coger una excedencia somos las mujeres las que accedemos a ellas".

Ane Epalza, gestora de comunicación y sostenibilidad de Coca-Cola.

La brecha de género

Coincidiendo en que las mujeres han sido protagonistas en el 2020, huelga decir que cuando uno es protagonista lo es para lo bueno y para lo malo: restricciones horarias y limitaciones de aforo en hostelería, ertes, desempleo, más trabajos parciales o aumento de la brecha salarial. De ello sabe, y mucho, Mayte Mazuela: "Es verdad que las mujeres autónomas, con todas las restricciones, hemos sido muy sufridoras. Primero, si éramos trabajo esencial estábamos en primera línea de fuego; si no lo éramos, estábamos obligadas a cerrar nuestros negocios. Por ejemplo, en el ocio nocturno: bares y discotecas pero también orquestas, teatro, cine… Ahí hay mucha mujer trabajando: guionistas, peluqueras, maquilladoras, etc. O las ludotecas, generalmente regentadas por mujeres, llevan un año sin poder abrir".

Para María Goikoetxea el problema viene de lejos: "Hay que tener en cuenta que en el ámbito del empleo se sigue arrastrando esa brecha de género y desigualdad histórica. Es decir, que llegamos a la pandemia con las mujeres ocupando los puestos de mayor precariedad y temporalidad y por ello el primer empleo que se destruye es el de la mujer. Además, en esta situación de salida desigual, se sigue demostrando que a las bajas y las excedencias se siguen acogiendo más las mujeres por esa obligatoriedad de los cuidados de los roles establecidos".

Y de la misma forma, el mundo rural también es un escenario para generar empleo femenino. "Es verdad que normalmente las mujeres tienen más opciones en los ámbitos urbanos", reconoce Ane Epalza, aunque subraya que la situación se está tratando de revertir con distintos proyectos como el programa de formación en emprendimiento de Gira Mujeres. Cuenta ya con 17.500 mujeres adscritas y Epalza destaca, sobre todo, las redes de mujeres que se van creando por el camino. "Darte cuenta de todo lo que tienes en común con tu vecina, esa es una cosa con la que nos quedamos en la mochila", subraya.

Coincide con ella Mayte Mazuelas, quien explica que cuando una mujer emprende en el medio rural "lo que hace es fijar población", ya que viene con su familia y genera vida en el pueblo. También subraya que, por desgracia, parece que muchas veces están "penalizadas por tener hijos": "Es más fácil decirle a una mujer quédate en casa y cuídala. Siempre hemos tenido ese rol de cuidadoras, pero esto debe ser una elección, no una imposición. A mí me gustaría que ningún empresario mirara a una mujer en cuanto a tener, como dicen, cargas familiares". "La palabra carga, a mí, me duele", expresa Mazuelas.

María Goikoetxea, por su parte, no cree que las mujeres sean "más cuidadoras por naturaleza". "De hecho, creo que en la mayoría de los casos no existe una libre elección, sino que históricamente se ha penalizado, estigmatizado a la mujer que no lo ha hecho", lamenta la directora del IAM, y añade que "queda todavía mucho trabajo por hacer en el terreno de la corresponsabilidad, de los usos de los tiempos para que esa madre que es autónoma no se tenga que llevar a su hijo al trabajo".

María Luisa Sarsa, catedrática de Física Atómica, Molecular y Nuclear en el departamento de Física Teórica de la Universidad de Zaragoza.

Educar en feminismo

No hace tanto que las barreras laborables eran imposibles de escalar. Celebraciones como el 11-F, Día de la mujer científica, ponen de manifiesto la importancia de los perfiles femeninos en profesiones tradicionalmente desempeñadas por hombres. Cree María Luisa Sarsa, catedrática de Física Atómica, Molecular y Nuclear en la Universidad de Zaragoza, que es "otro problema" el hecho de que haya pocas mujeres en física a nivel mundial. Destaca que en la parte científica es cierto que las biomédicas están dominadas por mujeres y que en las científico-técnicas hay menos proporción. "Desde dentro intentamos hacer todo lo posible para que las niñas no abandonen este perfil pronto en su formación por desconocimiento, que no se diga que ‘esto no es de chicas’", resalta.

Explica María Goikoetxea que desde el IAM se ha preparado una guía para la vocación de las carreras científicas entre las niña y jóveness: "Hemos querido recoger biografías de mujeres que están trabajando ahora mismo en diferentes ámbitos de la ciencia y la tecnología para tener esos referentes tan necesarios. Y también hay otra parte que intenta hacer la ciencia atractiva, que le cojan el gusto y vean que son experimentos que se pueden hacer, porque muchas veces no sabemos qué hace una biomédica o una ingeniera. Y, por otra parte, todo lo que tiene que ver con el ámbito cultural, porque nos faltan referentes en el cine, en las series de televisión, en los libros… Es muy importante que desde la infancia y la juventud se trabaje por romper estos estereotipos y que cada uno pueda decidir a lo que se quiere dedicar para ir cerrando esas brechas en determinados ámbitos".

Por su oficio de profesora universitaria, Sarsa aprecia día tras día los cambios generacionales: "Por suerte, mis alumnos de primero de carrera, que tienen en torno a los 18 años, han tenido una educación diferente a la mía. Yo reconozco que a mí me educaron de una forma que ahora me asusta y que trato de evitar todo lo posible cuando intento educar a mi hija. Es increíble lo que ha cambiado España en 40 años, porque hay cosas que entonces no te educaban como hace 40, sino como hace un siglo". Sarsa continúa explicando que ve a los jóvenes "con mucho menos lastre en la mochila y con una mayor apertura de mentes". "Y es cierto que tienen contradicciones, probablemente por la sociedad que nos rodea, pero en general creo que están bastante libres de los juicios tradicionales", concluye Sarsa.

Para Ane Epalza, al final, la educación lo engloba todo: "A veces decimos educación y nos viene a la mente el colegio, pero realmente es una pieza fundamental porque es un escaparate para los niños. Eso sí, cada niño trae de casa una mochila con lo que ven y aprenden. Una vez más los roles son fundamentales por lo que escuchan y observan en casa. La corresponsabilidad, en un mundo ideal, debería mostrar a los niños que los roles del padre y la madre se reparten de forma natural, sin que sea tampoco un reparto de cromos. Es muy importante concienciarnos todos de esto".

Añade Epalza que durante este último año aparecían en los medios de comunicación, día tras día, científicas, biólogas o virólogas: "Creo que eso también ha favorecido a identificar esos roles y funciones que igual antes estaban invisibilizadas. Lo ideal sería que los niños vieran que cualquier función puede ser hecha por cualquiera. Que nuestras niñas puedan soñar con ser lo que les da l gana, y luego ya verán qué hacen en función de lo que les apetezca".

Cierra el tema de la educación María Luisa Sarsa explicando que siempre ha intentado hacer ver a los alumnos que tenemos que visibilizar a las mujeres que han logrado hacer algo en un camino sin igualdad de oportunidades: "Lo que tienen que ver los niños es por qué no ha habido más mujeres que hayan hecho logros relevantes en ciencia. Siempre pongo los ejemplos de los premios y reconocimientos: hay muy pocas mujeres. ¿Han sido injustos? Pues es que los logros científicos de las mujeres no han sido posibilitados por un sistema en el que no podían estudiar o ir a la universidad. No saben que hasta muy avanzado el siglo XX no se admitían mujeres en las universidades de mayor prestigio del mundo. Esto es parte de la historia y no está en los libros de texto", sentencia Sarsa.

Mayte Mazuelas. Presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) de Aragón y vicepresidenta nacional de ATA.

El rostro de la pobreza

La pandemia ha agravado los problemas relacionados con la pobreza en todos los estratos de la sociedad. Estimaba la ONU en su programa para el desarrollo que entre el 2019 y el 2021 la pobreza femenina se reduciría en un 2,7%; sin embargo, con la pandemia, esta podría llegar hasta un pico del 9,1% a lo largo del mundo. Se correspondería con un aumento de 47 millones de mujeres y niñas que vivirían bajo su umbral. Aunque es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que marca la Agenda 2030 de la ONU, quedan tan solo 9 años para alcanzar la meta.

Ane Epalza piensa que habíamos tomado una inercia positiva cuando, de repente, llegó el covid: "Es verdad que queda muchísimo camino por recorrer y que hay infinidad de piedras por el camino, pero algo que favorece es que en la Agenda 2030 tenemos un ODS específico dedicado a la mujer. Eso hace que en las agendas de los agentes, instituciones y empresas el objetivo esté bien posicionado. Tenemos que recoger ese guante y aprovechar no solo ese quinto ODS, porque al final es un objetivo que toca los vértices de muchos otros. Aprovechemos esta ola, que no es una moda sino una realidad, y que es un tema de justicia social. Y también el guante que se nos lanza a las empresas para adquirir los compromisos, cumplir con los indicadores y ponernos retos que cumplamos".

María Goikoetxea, la directora del Instituto Aragonés de la Mujer, incide en que el problema a reside en las desigualdades de salida: "A lo largo de este año hemos visto cómo la crisis afectaba a las personas según su situación de partida. Al principio parecía que eso solo afectaba a las más vulnerables, y luego el embudo se iba haciendo más y más grande hasta legar a perfiles que nunca se hubieran imaginado estar en una situación de necesidad. Creo que tenemos que ser muy conscientes de la importancia que tienen las políticas feministas para salir de la crisis. Si no lo entendemos y no colocamos esto en el centro del tablero iremos retrasando cada vez más la consecución de ese objetivo de la igualdad. Y que hablar de feminismo no es solo hablar de igualdad, sino también de economía, de necesidades reales, de dónde invertir el dinero público y para qué".

Mayte Mazuelas, presidenta de ATA Aragón y vicepresidenta a nivel nacional, prefiere "ser positiva" porque "llevábamos un buen camino y la pandemia nos lo ha cortado". "Vamos a ver qué pasa a partir del 31 de mayo, cuando acaben de llegar las ayudas y finalicen los ertes, porque posiblemente haya colas más largas en el Inaem", lamenta. Implementar el feminismo El movimiento feminista ha destacado hasta ahora por ser la unión entre mujeres frente a la vulneración de los derechos. Y, como concluyen las ponentes, debe ser algo interseccional y transversal aunque existan voces críticas. Como explica María Luisa Sarsa, "en cualquier grupo grande en el que no todo el mundo piensa igual esto es lo habitual, y debería ser aceptable". "Me parece normal, simplemente se deben reconducir adecuadamente las situaciones de conflicto que se puedan generar y saber, eso sí, que en el fondo lo que une es muchísimo más importante que los puntos en los que podría haber conflicto", afirma Sarsa. En el ámbito de las grandes empresas, Ane Epalza, en representación de Coca-Cola, asume que "cada uno en su ámbito debe recoger el guante". "Estamos convencidos de que las empresas deben ser activadoras de este cambio social y que se requiere de una transformación en el modelo de negocio", explica. Y añade que "es fundamental la implicación de la dirección para que se vea cómo esto fluye de arriba hacia abajo, y viceversa, para percibir que el compromiso es real", además de trabajar con formaciones, hablar de los sesgos inconscientes en los que caemos todos por nuestro bagaje personal, fomentar el lenguaje inclusivo y favorecer los encuentros entre mujeres de los sectores.

Desde el ámbito de la pequeña empresa, Mayte Mazuelas expone el arduo camino que tuvo que transitar: "La última empresa que fundé estaba muy masculinizada, porque era de transportes. Me costaba encontrar a una mujer que fuera carretillera, cargadora de camiones o chófer. Me ha tocado luchar mucho para negociar yo, porque me pedían que fuera mi padre a las reuniones. Estoy hablando de hace 15 años, no del siglo pasado. Existían reticencias hacia una mujer en un mundo de hombres. Yo, que vengo del mundo asociativo, empresarial, sé que este siempre ha sido muy masculino. Y lo cierto es que desde estos últimos años hemos empezado a aparecer mujeres en las fotos. Pero no debe ser por cuota. Me gusta que no sea por etiquetas y que sea verdad que las mujeres empiecen a ascender".

María Goikoetxea, por último, manifiesta que "aquí debe implicarse todo el mundo", desde lo público a lo privado. Y se suma a la idea de que la formación es imprescindible: "Formación a profesionales y a todo tipo de personas en materia de igualdad, de prevención de la violencia, de discriminación, de leyes… Si no conocemos el marco en el que nos movemos es imposible avanzar y el porqué de este contexto para evitar que la gente piense que estamos en los cargos de poder porque somos un número, una cuota o una foto. Nadie se cuestiona si esos hombres que están ahí se lo merecen o no, se da por hecho que sí. Pero cuando una de nosotras llega sí se cuestiona cómo hemos llegado. Es imprescindible que en una sociedad rica y plural existan foros de debate, de visibilidad y, sobre todo, de formación".