-¿Trata y prostitución son sinónimos o existe la prostitución sin trata?

-Anna: Una de las cosas que reivindicamos desde la campaña Mujeres con derechos es la necesidad de diferenciar entre prostitución y trata con fines de prostitución forzada. Por prostitución entendemos un intercambio de servicios sexuales por una remuneración económica y, en cambio, en la trata añadimos el factor de la coacción y por lo tanto el lucro por parte del tratante. Claramente diferenciamos entre estos dos fenómenos y señalamos que confundirlos no solo vulnera los derechos de las trabajadoras sexuales o de las mujeres que ejercen la prostitución de forma voluntaria, sino aún en mayor medida los de las mujeres que están en situación de trata, porque implica abordar esta última como un fenómeno específico.

-¿Debería la ley considerar la trata como violencia machista?

-Anna: Lo es, y hay que tratarla como tal, sin que deje de tener sus especificidades. Primero, por un aspecto cuantitativo. Afecta de forma desproporcionada a las mujeres, y así define la violencia machista el convenio de Estambul. Y también lo es por otro aspecto de tipo cualitativo, en tanto que afecta a la libertad, la autonomía y la capacidad de toma de decisiones de las mujeres, por lo tanto comprende los rasgos propios de la violencia machista.

-¿Qué implicaciones tendría esta consideración legal para las víctimas de trata?

-Anna: En primer lugar, que el abordaje de la trata no se haga desde una perspectiva exclusivamente policial, esto es, desde el punto de vista de la seguridad y de la persecución del crimen, sino desde la perspectiva de garantizar los derechos de las mujeres. No decimos que la policía no tenga nada que hacer en este asunto, pero los mecanismos entre trata y violencia de género son muy complejos, y hay que generar vinculación a partir de entidades sociales. También consideramos que, dentro del procedimiento judicial, es básico que todo el peso de la prueba para una posible sentencia condenatoria no recaiga sobre el testimonio de la víctima, ni todo el peso de la investigación, porque la estamos sobrerresponsabilizando y estamos amenazando su seguridad. Igualmente, hay que comprender que la trata es un fenómeno relacionado con un contexto estructural de desigualdad hacia las mujeres, y por lo tanto capitalista y patriarcal. En este sentido, el marco legal crea las condiciones para la aparición de la trata o para su refuerzo, con leyes como la de extranjería.

-¿Piden la abolición de la prostitución?

-Lady Porn: Yo soy trabajadora sexual, y por lo tanto no estoy a favor de su abolición, porque si no mi madre, mi hija, mis nietos y mis sobrinos se iban a quedar sin comer. Ahora mismo no es ilegal, pero lo que necesitamos es una regulación.

-¿Qué derechos exigen?

-L.P.: Las personas que ejercemos el trabajo sexual reclamamos los mismos derechos que cualquier otro trabajador: seguridad social, jubilación, cotización, bajas por maternidad y por enfermedad…

-El argumento más repetido a favor de la abolición es que la gran mayoría de las mujeres la ejercen forzadas, por encima del 90%. ¿Qué opinan al respecto?

-L. P.: Habría que ver de dónde vienen esos datos. Ninguna institución ha elaborado ninguna estadística responsable y profesional que avale ese argumento.

-Anna: Es interesante ver de dónde salen los datos. Si miras cifras oficiales, por ejemplo, las del plan integral contra la trata 2013-2014, registra 1.400 víctimas en todo el Estado español. Ni de lejos supone el 95% de mujeres que ejercen la prostitución. Son cifras muy bajas porque se identifica muy por debajo de la realidad, pero se crea alarmismo. En el 2015 hubo unas 590 víctimas identificadas. ¿De dónde sale ese 95%? Se definen las víctimas identificadas de trata, las víctimas potenciales y las mujeres que ejercen la prostitución de forma voluntaria. Entre estas últimas solo cuentan las que trabajan de forma independiente. Y entre las víctimas potenciales se incluye a todas las que trabajan para terceros (en clubes, pisos o agencias). Sería algo parecido a decir que el 95% de las mujeres son víctimas potenciales de violencia machista dentro de la pareja.

-¿Todas las que viven con un hombre?

-Anna: ¡Claro! La cifra de víctimas identificadas es muy baja pero se engloban todos esos conceptos y se genera confusión.

-Entonces, insistir en el principal argumento para defender la abolición, ¿sería como tratar a las prostitutas como menores de edad permanentes?

-L. P.: Totalmente. Hay condescendencia, infantilización, una necesidad de rescatar a un sujeto… Están todas esas industrias del rescate, que tienen la necesidad de rescatar… ¿Y qué es lo que se rescata? Aquello que está perdido. Al ponernos a todas en el mismo saco de víctimas de trata están negando la agencia que tenemos un montón de mujeres, que sí puede incluir la explotación y la vulneración de nuestros propios derechos humanos, por ejemplo como trabajadoras sexuales migrantes. Pero ese punto de vista implica proteccionismo, buenismo y colonialismo.

-La mayoría de los feminismos defiende la abolición de la prostitución. ¿Se sienten ustedes disidentes?

-Anna: Quienes nos movemos en el mundo del feminismo autónomo y de base para nada tenemos la sensación de que la mayoría del movimiento sea abolicionista. Sí que hay un debate vivo dentro del feminismo, seguramente uno de los más candentes y menos resueltos. Otra cosa es que hablemos de un feminismo de matiz más institucional, en el cual ciertos grupos han tenido más voz a nivel mediático porque vienen de esferas más relacionadas con el poder. En ese feminismo institucional, las posiciones son claramente abolicionistas. Pero, en el feminismo de base, yo pienso que es más bien al contrario.

-Por lo tanto, ¿se puede defender la prostitución desde el feminismo?

-L. P.: Claro, nosotras lo hacemos. Cuando una mujer hace algo que no debe, ¿cómo le llaman? Puta. Creo que no hay nada más feminista que una puta. Cuando una mujer se sale de los parámetros, cuando lleva una falda corta, cuando se divorcia, cuando vive sola, cuando es una machorra… Es una puta. No veo cómo la puta puede estar disociada del feminismo.

-Prohibirla, ¿sería condenar a quienes la ejercen a la pobreza y la exclusión?

-Anna: Sí, aparte de que prohibirla para acabar con ella sería inútil por inefectivo.

-L. P.: Sería una utopía.