Clara Campoamor, Josefina Carabias, Concepción Arenal, Ana María Matute o Amparo Boch... la historia española está repleta de mujeres pioneras. Mujeres que lograron y logran hacerse hueco en un mundo de hombres rompiendo todos los techos de cristal que les salen al paso. La lista la integra también una oscense que recientemente ha sido reconocida con un prestigioso premio internacional en su especialidad: la ingeniería. Se trata de María Teresa Estevan Bolea, de ¡82 años!, que el pasado 22 de octubre recogió en Londres el Premio Mujeres en la Ingeniería 2018, un galardón de ámbito planetario otorgado desde hace medio siglo por la Federación Mundial de Organizaciones de Ingeniería (WFEO), que está constituida por 30 millones de ingenieros, pertenecientes a 90 países. "Había 28 ingenieras nominadas y de 28, eligieron a España, eligieron a una oscense, a una aragonesa de Huesca", relata con orgullo María Teresa Estevan Bolea.

El currículum de Estevan es atronador. Licenciada en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Barcelona, ella fue la primera Ingeniera Oficial del Estado y la quinta de España. Asimismo, ha sido Directora General de Medio Ambiente (1977-1982), diputada en el Congreso de los Diputados (1987-1993) y en el Parlamento Europeo (1994-1999). También presidió el Consejo Nuclear (2001-2006) y fue decana del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid hasta el año 2006. Posee la carrera de piano y hoy en día, a sus 82 años, además de cumplir el papel de abuela dando repaso de Matemáticas y Física y Química a sus nietos; es la directora de Sitesa de Ingenieros SA, una empresa sobre este sector. Sin olvidar, que todavía es asesora del Ministerio del Interior, miembro de la Junta Directiva de la Unión Interprofesional de la Comunidad de Madrid y forma parte del patronato de la Fundación Joaquín Costa... entre otras competencias.

El acto de entrega del premio se realizó en el Instituto de Ingenieros Civiles de la capital inglesa, donde según cuenta la propia María Teresa, había muchos lores británicos. "Lo que más me llamó la atención fue la consideración excepcional a España, y nosotros sin enterarnos", afirma. De este modo, califica a los ingenieros españoles como "los números 1 en el mundo", pero lamenta que en España "no se estén aprovechando". "En este momento, casi todo lo interesante se está yendo fuera. En España, en industria, no se hace prácticamente nada". Una fuga de cerebros sumergida dentro de un "desconcierto mundial", explica la ingeniera.

"Estamos sufriendo un cambio tan potente como el que se produjo desde la Baja Edad Media hasta el Renacimiento, hasta que no lo entendamos no vamos a funcionar", asegura. La digitalización, la tecnología, el crecimiento de la población o la industria actual son algunos de los motores que propinan dicho cambio. Y a ello, obviamente, se suman también las mujeres. "No sabes de qué manera", dice la oscense. "Tenemos las mismas capacidades, sentido común mucho más al igual que el sentido práctico... una mujer pueda llega donde quiera. El problema está en la conciliación familiar"; es decir, la mujer tiene que elegir a qué dedica su tiempo, si a la familia o al trabajo. Una experiencia que sufrió en carnes la propia Estevan, cuando su hija era pequeña.

"Además de viajar mucho, hay que trabajar muchísimas horas al día. Aquí no hay ni sábados ni domingos ni fiestas ni nada de nada", cuenta una mujer que decidió no sacrificar su vida profesional por su familia. "Mi hija es maravillosa; no obstante, siempre ha pensado que su madre no se ocupaba de ella. A lo mejor tiene razón... pero es que realmente no te puedes ocupar de todo", se sincera Estevan.

VOCACIÓN FRUTO DE LA IMPACIENCIA

Estevan quería estudiar Matemáticas (las antiguas exactas), pero su padre le dijo que fuera ingeniera. "Es verdad que paciencia no tengo y para la enseñanza hace falta mucha", confiesa. Así fue como se convirtió en la quinta mujer ingeniera de España. "Fue muy fácil, lo que pasa es que tenías que ser muy seria. Yo no he notado el machismo en mi vida, pero he trabajado lo que tres veces un hombre", explica. Además asegura que "a una mujer nunca le perdonarán ser mediocre", ya que todo trabajo requiere de esfuerzo -sea hombre o sea mujer-, pero esta última necesita "mucho más, porque la miran con lupa". Lo que sí nota es el machismo entre la juventud: "¿Sabes por qué? Porque lo consienten", lamenta.

Una situación que empeora, según Estevan. "No te quepa ninguna duda, ahora ya no tenéis ninguna ayuda", comenta. Ella, divorciada (pertenece a la generación de las primeras mujeres que pudieron divorciarse en España tras el régimen franquista), relata que, además de servicio doméstico, tenía mucha ayuda de su familia. Por otro lado, fue la primera mujer en ser socia del Casino de Madrid, mítica institución situada en la calle Alcalá. "Sí que fui pionera en muchísimas cosas, pero por razones de edad", comenta. Asimismo, destaca lo importante que fue para ella la educación recibida en su casa: "Éramos 3 hermanas y nos criaron de una forma muy liberal, muy moderna, con disciplina, pero muy flexible", confiesa.

Su vida la define como "apasionante": ya sea por sus viajes, como por haber "tocado muchas áreas de la ingeniería", pasando por el terreno político, del que dice ser muy interesante.

A la pregunta de si le queda algo por hacer todavía; ella no duda: "¡Muchísimas cosas!". Aunque su espina clavada es el piano, del que admite tocar muy mal: "Las notas las recuerdo todas, pero los dedos no obedecen". Finalmente concluye que, a pesar de su polifacética vida, lo que más le importa ahora es su familia.