La plaza de los Sitios de Zaragoza se asoma durante estos días a un tiempo en el que la industrialización no se había adueñado de los procesos productivos. La Muestra de Artesanía de las Fiestas del Pilar celebra del 7 al 15 de octubre su XXVII edición abriendo un espacio para la adquisición de artesanía y alimentos típicos como dulces, quesos, embutidos y carnes, pero también para el aprendizaje y el enriquecimiento personal.

Muestra de ello son los 53 talleres de carácter gratuito que se realizarán durante estos días, que manejarán materiales como la arcilla polimérica, el cartón piedra, las fibras vegetales, la madera, el papel maché, el vidrio, el cuero; en la manufacturación de todo tipo de bisutería, joyería, orfebrería, muebles y prendas de vestir.

Uno de estos talleres es el que ralizó ayer Lucía Barrios, venida desde Lascuarre, y que estaba orientado a niños en compañía de sus familias. «Con este taller de cerámica creativa intento que los niños den forma a su imaginación, les doy un trozo de barro y les digo que piensen algo, un animal, una figura, etc. Hay niños que no saben hacer una bolita, tengo que ayudarles a moldear», comentó Barrios, que también invitaba a los padres a colaborar con la obra de sus hijos. «Es una especie de terapia para las familias, tanto los padres como los niños se realizan con sus figuras. Es más complicado trabajar con adultos, ellos tienen las ideas preconcebidas en su cabeza», explicó la artesana.

Otro de los talleres que tuvieron lugar ayer durante la jornada de inauguración de la muestra fue el realizado por Gema Bazán, diseñadora en forja y madera de diversos objetos como lámparas, sillas y perchas, y que ayer realizó un taller en el que enseño a la gente a realizar molinillos de viento. «Estos molinillos, se hacen con chapa fina, de este modo podemos permitirnos retorcerlos y moldearlos en frio sin peligro de entrar en contacto con material incandescente», indicó Bazán, licenciada en la Escuela de Artes de Zaragoza hace 16 años. «Me gusta combinar el hierro con la madera, le da un aspecto más cálido», aseveró la artista.

El último de los talleres participativos realizados ayer fue el de María José Aranda, propietaria del taller de cuero Isamar Aranda, tercera generación de una familia dedicada a este negocio artesano, que durante la tarde de ayer propuso a los asistentes realizar una pulsera de cuero trenzada con cuatro cabos. «Los talleres participativos permiten a la gente el acercamiento a oficios casi perdidos a los que de otro modo no podrían acceder, es importante que la gente se implique y que disfrute».