El cierzo, siempre presente en la vida de los zaragozanos, tuvo ayer su momento protagonista con motivo de las Fiestas del Pilar. El desfile del pregón, Volando voy, silbando vengo, estuvo protagonizado por 130 artistas que plasmaron el característico viento de la comunidad en una sucesión de seis carrozas que hicieron las delicias de mayores y pequeños.

Las molestias que el cierzo puede causar quedaban implícitas en las escenas más peculiares de las carrozas. En una de ellas, dos personas hacían acrobacias sobre una cuerda mientras simulaban tender la ropa con mucha dificultad. Pero el viento también puede tener sus ventajas y sirvió de impulso a los acróbatas que se subían en zancos, realizaban malabares y bailaban con paraguas.

Teniendo en cuenta las virtudes de este viento, incluso la naturaleza estuvo presente: personas con decoraciones florales portaron cigüeñas y otros artistas se acercaron con bolas enormes que simulaban a las capitanas al grito de padres que decían a sus hijos: «¡a ver si cogéis esa pelota!»

La música animaba un ambiente festivo en una sucesión de diferentes estilos musicales. El momento álgido de esta exhibición musical se logró con la Orquesta Sinfónica Goya, situada a bordo de la carroza La Nave de los vientos, que tocó música en directo.

Carlos venía con su mujer y sus hijos, y a él lo que más le sorprendió fue que hubiese gente «tocando instrumentos de verdad». Una chica vestida de chimenea saludó efusivamente a su audiencia, mientras detrás de ella los deshollinadores se deslizaban por la veleta. El humor era la clave: María, de 9 años, estaba encantada viendo a los artistas colgarse del tendedero porque eran «muy graciosos».

A María, de 12 años, lo que más le gustó fue la escoba porque la vio divertidamente «barriendo las hojas». Los padres como José Miguel apreciaron que salieran personas con sillas de ruedas porque el pasacalles parecía más «social y humano». Noa, su hija pequeña, señaló que lo que más le gustó fueron los cabezudos (incluso tenía un muñeco de La Pilara) y aprovechó la ocasión para verlos en persona.

Los cabezudos // Noa no fue la única: una niña sujetaba un muñeco de El Morico mientras veía pasar las carrozas del desfile. Los cabezudos siguieron siendo el gran protagonista de las fiestas y aunque se intente centrar la atención en otras temáticas, ellos se llevan siempre los mayores aplausos.

Fueron muchos los niños que se alegraron de ver a la Comparsa y que respondieron los nombres de los cabezudos cuando les preguntaban qué era lo que más les había gustado del desfile. No importaba la edad. A Nico, de 5 años, le gustaron los gigantes, coincidiendo con Ana, que ya tenía 10. La madre de Nico resaltó precisamente el trabajo de los cabezudos porque se habían «acercado y saludado».

El estilo de las carrozas fue también apreciada por los ojos de los niños. «Estaban muy currados, eran super chulos» dijo Elena, de 11 años, refiriéndose a los decorados. Su hermano coincidía con ella porque «estaban hechos muy bien».

Algunos padres pensaron que el desfile había sido corto y un niño, Alex, lamentó que no hubieran lanzado caramelos. Otros más despistados no consiguieron adivinar cuál era el motivo concreto del desfile. Al preguntarle si sabía cuál era la temática, Tomás, de 11 años, respondió: «¿el reciclaje?».

Sea como fuera, el desfile consiguió llevar con humor, danza y música, un elemento tan inserto en la vida de los zaragozanos como lo es el cierzo. La responsabilidad del desfile corrió a cargo de más de 20 compañías locales comandados por la PAI. El pasacalles comenzó en Paseo María Agustín y finalizó en la Plaza del Pilar, donde posteriormente se celebró el acto del pregón.H