Ni un sentido ni dos. En la Feria de Muestras hay sitio para los cinco sentidos en los también cinco pabellones. La Feria se inauguró ayer y numerosos ciudadanos se acercaron para ver, oír, oler, gustar y tocar los productos y exposiciones. Los niños abarrotaron desde su apertura el pabellón número 3, dedicado a las Fuerzas Armadas. La oferta es muy atractiva para los más pequeños y es que no todos los días hay helicopteros o vehículos de la Unidad Militar de Emergencias tan a mano.

La pista de obstáculos del Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo fue una de las más solicitadas. Los participantes, equipados con casco, rodilleras y, en algunos casos, mochila, tuvieron que trepar, reptar y saltar varias pruebas para superar el circuito.En todo momento, cada niño estuvo acompañado por un miembro del Ejército del Aire, quienes ayudaban a pasar los tramos más complicados y daban consejos a los pequeños para conseguirlo por ellos mismos.

Las bocinas de los vehículos oficiales sonaban de vez en cuando.Un rocódromo de la Tropa de Montaña ponía a prueba la fuerza de los escaladores. «¡Ya queda menos para llegar!», gritaban los familiares desde abajo. Mientras tanto, otros se animaban a probar cómo les sentaban las máscaras de gas. «Se respira muy mal», decía uno de los atrevidos al mismo tiempo que un numeroso grupo infantil tomaba el control de un tanque al subirse en él todos a una.

Todo esto sin olvidar el batallón de paparazzi. Los familiares eran los encargados de inmortalizar a los chavales posando con la cazadora de la Policía Nacional, con un paracaídas o subidos en una moto acuática de la Guardia Civil.

Tanto ajetreo abrie el apetito, un problema que se soluciona rápidamente en el Pabellón 1, centro de la gastronomía. Bocadillos de jamón, cecina de ciervo, jabalí o caballo, productos de mar, mostradores con una variedad de quesos incontable...

Los aficionados al dulce pueden encontrar varias ofertas. Una fuente de chocolate negro es la estrella de uno de los puestos. Los visitantes pueden elegir entre una brocheta de frutas o chucherías. Para los más tradicionales, tampoco faltan los chocolates con churros y los más pequeños disfrutarán con los puestos de coloridas gominolas. Los melocotones de Calanda están también disponibles, en el caso de querer mantener la línea.

En el mismo pabellón se celebró ayer el XV Certamen de Cocina y Repostería de Aragón Lorenzo Acín, en el que participaron algunos de los mejores cocineros del momento. El público pudo apreciar el talento de estos chefs en directo.

Con el estómago lleno, es momento de pasar al Pabellón 2, lugar de los elementos de decoración, artesanía, bisutería y textil, donde el refrán «para muestra un botón» se lleva a cabo en todos los rincones. En pocos minutos los expositores demuestran las propiedades de un juego de ollas y cacerolas ante una audiencia que llena las sillas disponibles. Cerca de allí, un pimiento desaparece en cuestión de segundos tras ser rallado con el utensilio de cocina presentado. Un comercial explica cómo usar la máquina abrillantadora para que las baldosas brillen, casi tanto como los carteles que anuncian un 50% en ropa o maquillaje. Los viajeros pueden encontrar guías para recorrer Aragón solos o acompañados de sus mascotas. Los puestos con camas y sofás atraen a los visitantes, quienes los prueban con ganas durante unos minutos, lo justo para reponer fuerzas y continuar con la visita del Pabellón 4, dedicado al motor. Cientos de coches llenan el recinto. Todo tipo de modelos, marcas y colores están presentes para dar oferta a los diferentes gustos de los futuros compradores.

Los pequeños tienen diversión asegurada en el Pabellón 5. Como comentaban algunos de los visitantes, estas ferias «tienen la ventaja de estar a cubierto». Los niños pueden disfrutar de los autos de choque, los tíovivos o las camas elásticas haga calor o frío, antes de volver a casa con la cabeza (y la tarjeta de memoria de la cámara) cargada de recuerdos y experiencias vividas en los cinco pabellones.