La falda es la saya que la mujer colocaba en último lugar, cubriendo el refajo y que quedaba a la vista o al exterior.

La calidad de la tela empleada en su confección puede ser muy distinta, dependiendo en primer lugar de si su uso es para diario o bien para mudar o más vestir y por supuesto de la capacidad económica de la mujer.

Eran piezas independientes que no se confeccionaban en la misma tela que la prenda que cubría el torso -justillo o jubón-, no iban a juego, salvo para ocasiones muy especiales como el traje de casar que se adquiría de propio para ese día; pero tampoco ocurría siempre. Las sayas de diario estaban hechas en tejidos sufridos, resistentes y económicos. Las distintas calidades de la lana y posteriormente de algodón, son los materiales más usados.

En ocasiones es difícil diferenciar entre un refajo y una saya de lana; es la calidad del tejido así como el esmero con que se han realizado sus hechuras lo que identifica la saya.

Las sayas de fiesta, aunque también las había de percal, ya eran de mejor calidad, destacando como es lógico las de seda, en cualquiera de sus calidades o mezclada con algodón. Pueden encontrarse sayas de todo tipo: lisas, a rayas, cuadros, brocadas, espolinadas, etc.