El recinto ferial de Valdespartera presenta estos días una estampa poco habitual para un mes de octubre, sin norias ni tiovivos ni autos de choque. No hay rastro de las atracciones que cada tarde, durante las fiestas del Pilar y una semana más, animan la salida de los colegios o los fines de semana en familia, con su mezcla de descargas de adrenalina, juegos de luces, bocinas, canciones del verano y aromas a churro, patatas asadas y manzanas de caramelo.

Los artífices de este oasis de ilusiones y entretenimiento en medio de la ciudad son los feriantes, protagonistas anónimos de uno de los epicentros de la mejor animación durante los festejos. "Cuando la gente normal va de fiesta, nosotros trabajamos. Nosotros hacemos la fiesta para ellos, para que los niños y la juventud disfruten", cuenta Emilio Clavero, feriante zaragozano que es la tercera generación familiar al frente de un oficio imprescindible en tiempos de pandemia, hacer feliz a la gente.

Casado con una zaragozana, Clavero es de Ciudad Real pero lleva más de 25 años viviendo en Zaragoza, donde nació su hija que este año empieza la universidad. "Los estudios son lo primero. Siempre trabajas, y en mi familia se ha hecho así, para dejarle el negocio a tus hijos, pero son ellos los que deciden", detalla Clavero.

Las Fiestas del Pilar son una cita ineludible para muchos feriantes que este año no podrán montar sus atracciones. Foto: Nuria Soler.

Las fiestas del Pilar son una cita ineludible para su familia y para todos los profesionales del sector. "Es una de las citas más importantes del calendario, a la que vienen feriantes de muchas ciudades", asegura. El Pilar es la última parada de una temporada que se inicia en marzo y se prolonga hasta el mes de octubre.

"En invierno nos dedicamos a reparar y mantener las atracciones para tenerlas listas en primavera", explica este trabajador autónomo, que este año siente "una gran impotencia" por no poder acudir a su cita con el público zaragozano y por la difícil situación que atraviesan los feriantes, que llevan sin poder trabajar desde hace ya un año.

Las atracciones de Emilio, que incluyen un puesto de gomas saltarinas, una noria y unos coches voladores para los más pequeños, aguardan estos días en un almacén a la espera de que se autorice la actividad a los feriantes que ha quedado en un limbo tras el estado de alarma y la vuelta a la nueva normalidad.

Esto ha motivado las protestas de los feriantes, que recientemente realizaron una cacerolada frente a las Cortes de Aragón para que se les permita reabrir sus atracciones de algún modo, como ya ha sucedido en otras comunidades. "Si al menos nos dieran la opción, ya no en grandes ferias sino con una atracción en algún lugar, cumpliendo las medidas de seguridad como cualquier otro negocio", lamenta Clavero, que no recuerda que sus padres o abuelos vivieran una situación similar.

El feriante habla de las fiestas del Pilar con mucha nostalgia. "Estamos todos los años y tenemos mucha clientela", dice. Y eso supone trabajar muy duro, más de dos semanas seguidas sin descanso, "desde las 5 de la tarde hasta la 1 de la madrugada cuando hay colegio, y también por la mañana durante los fines de semana y en festivos".

Son años y años de hacer disfrutar a la gente sin poder acudir a ningún otro acto de las fiestas del Pilar, siendo zaragozanos. Pero Emilio se resigna, pues conoce bien a qué se dedica, a lo que se ha dedicado su familia generación tras generación. "Nuestro trabajo es divertir a la gente, que la gente se lo pase bien. Cuando el público disfruta, nosotros disfrutamos con ellos", afirma.