«Yo quiero ir a la montaña rusa, pero no la veo» dice uno de los niños. Están acercándose al recinto y a lo lejos ya se divisan las partes superiores de las atracciones. «¿Es eso?» pregunta una de las niñas que le acompañan, selañando la torre más alta de todas las que se alcanzan a ver. Está decorada con luces de colores y por ella sube un vehículo donde están sentados varios niños. «Ahí te montas tú solito», concluye la chica.

La atracción tiene un nombre imponente, Gigante XXL, y es una de las más de 150 atracciones y casetas que se congregan en Valdespartera un año más, con motivo de las Fiestas del Pilar.

Nada más entrar al recinto, el característico olor de las patatas asadas ofrece su bienvenida a los recién llegados, a las que se unen los diferentes estilos musicales que salen de las casetas. Las luces de las atracciones, las sintonías y las conversaciones de mayores y pequeños crean un ambiente de ánimo que solo podía darse en estos días de festejos.

LAS ATRACCIONES

En el recinto tienen cabida todo tipo de atracciones. Hay casetas de tiro donde puedes ganar peluches de animales, Minions o Bob Esponjas, como hace Raúl, de 22 años, que consigue el premio a la segunda y le regala un peluche de un unicornio a su amiga Ana.

Pero también puedes disparar para conseguir vasitos de vino en otras casetas, y el encargado del establecimiento asegura que «no hay truco, regalamos el vino tanto si ganas como si pierdes».

Inés, de 15 años, viene con sus amigas y se acaba de montar en una de las atracciones que pone a prueba los mareos a base de giros continuos, a la que ha decidido subir «por la adrenalina».

Voces invitan al público a subirse a las atracciones. «¡La máxima emoción de la feria, repite si el culito te lo permite!» se oye desde Super Tarántula, una atracción con forma de araña con patas mecánicas que dan vueltas. Pero quizás la voz más característica de todas sale de la Mansión del Terror, destino clave de cualquier niño. «Esta no es una casa cualquiera, esta es la aunténtica Mansión del Terror» asegura la voz, seguida de una risa malévola, y quizás deberíamos creerla por la fachada decorada por caras terroríficas. «¡Al final sale un chico con una motosierra!» desvela Mario, de 7 años, con una emoción que parece acorde con este tipo de atracción. Pero Mario ya ha entrado en otras ocasiones y está deseando volver a repetir.

En esta feria tampoco faltan los clásicos, como los autos de choque y el tren Chispitas, pero también otras adecuadas a los más pequeños como los hinchables o las barquitas. Los puestos de comida se entremezclan con las atracciones, mientras los niños arrastran a los padres a sus atracciones favoritas.

Ariadna, de 11 años, viene acompañada de su abuela y de su amiga Sara. Acaba de subirse al Simulador RV2, que la lleva por algunas atracciones sin necesidad de montarse en ellas. Su abuela Marisa las espera fuera; ya es demasiado mayor para esto.

«Hay muchas cosas por hacer, pero hace falta venir con mucho dinero» explica Marisa, que cuenta que ya vino con sus hijos cuando estos eran pequeños. La entrada al recinto es gratuita pero las atracciones cuestan alrededor de tres euros cada una, un precio similar a años anteriores.

Los jóvenes tampoco se quieren perder la feria, aunque a veces son menos propensos a subirse a las atracciones. Diego y Alba, de 22 años, no van a montarse en nada, pero vienen «a dar una vuelta y ver el ambiente». Están delante de una de las máquinas, intentando agarrar un peluche con las pinzas con poco éxito.

Los jóvenes pasean entre las atracciones y los padres esperan a sus pequeños fuera ellas. Sin embargo, ya sea por necesidad o diversión, algunos de los mayores también se suben. Con mayor o menor éxito, como Esther, de 47 años, que acaba de bajar de una con su hijo pequeño y asegura que «le duele todo».

«Las ferias son las ferias», explica, mientras cuenta que hay que venir por el «ambiente, el olor a fritanga y la pesadez de los señores de las tómbolas», que a ella le hacen rememorar el tiempo en el que venía con sus padres hace treinta años.

El sol cae pero la gente sigue llegando. La feria estará abierta todos los días desde las 17.00 horas, y los sábados, domingos y festivos desde las 12.00 horas. Siempre dispuestas a acoger a todo tipo de público hasta el 22 de octubre.