Estela Sánchez es una joven de 22 años que nunca se pierde las vaquillas, "el espectáculo estrella de las fiestas". Todos los años se acerca con los de su peña (El Almuerzo ) para prolongar la fiesta hasta altas horas de la mañana. "Las vaquillas lo son todo en las fiestas del Pilar, no me las perdería por nada del mundo", declara sonriente. "Es difícil imaginarse unos pilares sin vivir un espectáculo así. La gente que no viene no sabe lo que se pierde".

Cada vez que la charanga se dispone a tocar una canción, Estela se levanta inmediatamente de su asiento y empieza a bailar al ritmo de la música, pero sin perder de vista lo que está ocurriendo en el coso. "No hay nada mejor que esto", grita entre el gentío. "Te ríes con la gente que sale y, si hay buenos recortadores, pues se aplaude".

Sin embargo, Estela nunca se ha atrevido a correr entre las vaquillas, prefiere verlas desde la barrera. "Sería incapaz de salir ahí", comenta mientras señala la plaza con el dedo. "Aunque sea un espectáculo para divertirse, le tengo mucho respeto. No es ninguna tontería lo que hacen esos chavales".

Hacia las 9.00 horas de la mañana, toca almorzar y, haciendo honor al nombre la peña, comienzan a repartirse bocadillos de longaniza y chorizo y a pasarse la bota de vino, productos fundamentales de las vaquillas. La música continúa y la marcha no decae. Llevan toda la noche de fiesta pero no importa. Aquí, "hasta que no termine el espectáculo, no se va nadie a dormir", exclama Estela desde su grada.

Cuando llega la hora de marcharse, la charanga comienza a recoger sus bártulos y la gente va saliendo. "Mañana volveremos, y pasado, y al otro... Total, es una vez al año y no nos lo podemos perder", concluye.