No hay Fiestas del Pilar sin Ofrenda. Tampoco sin jotas. Y los conciertos por las distintas plazas son una parada obligatoria. Pero quienes llevan el espíritu de las fiestas por toda la ciudad son el Tragachicos y los Gigantes y los Cabezudos, que ayer recorrieron los barrios de La Almozara y el Actur, respectivamente.

Un gigante cabezudo devora niños en medio del Andador Ignacio Menaya, en La Almozara. Allí, Enrique, voluntario de 50 años, asegura: «Al verlos, te acuerdas de cuando tú te subías, hace ya mucho tiempo». Ahora Enrique anima a los chavales, que no paran de entrar y salir del Tragachicos, con aplausos, choques de manos y alguna que otra colleja: «Lo de la colleja es porque bajan cargados de electricidad estática», explica mientras, precisamente, despeina a un chiquillo.

Martín acaba de bajar cargado de energía: «¡Está muy guay!», le grita a su tía Esther mientras le choca los cinco. Pero tiene una propuesta: «Es un poco pequeño. Al año que viene, que lo hagan más grande» precisa.

Una tradición intermitente

Las primeras apariciones del Tragachicos se remontan a mediados del siglo XIX. Sin embargo, esta criatura, original del escultor aragonés Félix Oroz, ha ido cambiando su aspecto a medida que se tomaba algún que otro descanso de las fiestas.

Esther, tía de Martín, nunca llegó a montarse: «Viendo el ambiente ahora, la verdad es que me hubiera gustado subir cuando era pequeña». Casi 2.000 niños se tiraron por este histórico tobogán en la Expo el lunes.

Alain lo acompañó junto a sus abuelas María Jesús y Pilar y su madre Mónica. Ayer lo siguieron de nuevo hasta La Almozara. «Ya es la segunda vez que Alain se tira de cabeza. Y nosotras, porque no nos dejan subirnos, que si no...» reconoce Mónica entre risas.

El Tragachicos, también conocido como Tío Zambobo o Tragantúa, llega hoy a la plaza de la iglesia de Santa Isabel, de 16.30 a 20.30 horas. Sus compañeros, los Gigantes y Cabezudos, recorrerán a partir de las 18.00 horas el barrio de Rosales del Canal.