La amenaza de lluvia que pesaba sobre la cita más tradicional de las Fiestas del Pilar no pasó de una intensa tromba de agua que descargó sobre la capital aragonesa sobre la cinco de la tarde obligando a público y oferentes a resguardarse donde pudieron. Milagro o no de la patrona, el chaparrón apenas duró diez minutos y el sol reapareció tímidamente en el cielo zaragozano durante la tarde.

La presencia de lluvia no deslució el acto central de los festejos y el que mayor tirón tiene entre los zaragozanos, tanto los que asisten a él por devoción a la Virgen del Pilar como los que lo secundan por una cuestión cultural o de tradición.

Desde las 7.30 horas de la mañana y durante casi catorce horas ininterrumpidas, miles de personas ataviadas con sus respectivas indumentarias tradicionales y venidos de hasta 20 países (en su mayoría iberoamericanos) pasaron por la Plaza del Pilar para realizar su ofrenda floral.

Según los datos oficiales del Ayuntamiento de Zaragoza, la cifra de participantes aumentó ligeramente (un 3%) con respecto al año anterior hasta alcanzar los 340.000 oferentes, mientras que la de público se redujo casi un 30%. Este año fueron 95.000 espectadores y el pasado 130.000.

Los primeros grupos

La mañana amaneció con un sol radiante, pese a la tormenta que descargó sobre la capital aragonesa a las cinco de la madrugada y que hizo temer lo peor. La temperatura osciló entre los 16 y los 25 grados y se mantuvo agradable durante toda la jornada.

Las primeras familias, amigos y grupos ocuparon las calles del centro de la ciudad antes del amanecer. La ilusión por iniciar el recorrido pudo con el sueño y el cansancio. El paseo se presentaba fluido y las primeras flores llegaron a los pies de la Virgen antes de las 8 de la mañana.

El APA del Colegio de la Inmaculada abrió la ofrenda en el Paseo Independencia, mientras que la Universidad San Jorge hizo lo propio en la entrada de grupos de la Lonja. En total 531 grupos --35 más que el año pasado-- completaron el recorrido. Los principales atascos se produjeron sobre las 10 de la mañana con la salida de los más multitudinarios. En algunos puntos, el desfile llegó a acumular hora y media de retraso pero fue aliviándose de manera progresiva.

También los oferentes individuales soportaron una larga espera debido a la gran afluencia de participantes entre las 10 de la mañana y la 1 de la tarde, sobre todo en el Paseo Echegaray.

Una de las anécdotas de la jornada la protagonizó el torero Juan José Padilla, que hizo su ofrenda a la patrona a primera hora de la mañana visiblemente emocionado y acompañado de su familia. El diestro, que perdió un ojo hace tres años en una grave cogida en La Misericordia, aprovechó la ocasión para subir a la estructura piramidal y fotografiarse junto a la Virgen.

Tampoco el exzaragocista Gustavo López quiso perderse la cita más tradicional de las fiestas zaragozanas. El futbolista acompañó a la familia de su mujer en la Ofrenda ataviado con el traje tradicional de gaucho argentino.

Roja y radiante

En la Plaza del Pilar el manto rojo de la patrona se completó sobre las 10.30 horas. En el tramo final de los recorridos se vivieron los momentos de mayor emoción con las lágrimas de algunos oferentes al depositar sus ramos. En total se contabilizaron 6 millones de flores, en su mayoría claveles, gladiolos, rosas y margaritas.

El manto más próximo a la Virgen volvió a ser de color rojo con la tradicional Cruz de Lorena, en rojo sobre fondo blanco, después de que en la última Ofrenda se intercambiaran estos colores.

Sobre la gran estructura piramidal, los jardineros municipales