En el festejo final de la feria taurina del Pilar todo giraba en torno a la despedida europea de los ruedos de Juan José Padilla. Tres plazas han marcado su carrera: su Jerez natal, Pamplona, coso que lo lanzó, y Zaragoza, donde a punto estuvo de dejar su vida un ya lejano 11 de octubre de 2011. Dice él en repetidas ocasiones que ahí fue cuando comenzó su nueva vida. Ayer tuvo una despedida a la altura de la generosidad de un público que respeta al torero y admira al hombre. O al revés. Que lo toma como ejemplo y reflejándose en él, hace --como ayer-- un ejercicio desbordante de generosidad y hospitalidad.

En sus últimas palabras vestido de torero, aunque siempre presentes, nombres indefectiblemente unidos a su existencia: Carlos Val Carreres y todo su equipo; el equipo multidisciplinar del Miguel Servet; en Sevilla, el doctor García Perla. Siempre por encima de todo su devoción por la Virgen del Pilar y su fe como bandera. El panaderito, el Ciclón de Jerez, el pirata, ya cada día se alejan más del ciudadano Juan José Padilla. Ahora le queda la gira americana con despedida final en México.

LA SORPRESA DEL AÑO

Lo que el público desconocía es que Alejandro Talavante se reservaba su retirada silenciosa de los ruedos para el día de ayer. Con una elegancia a su altura, solo se supo una vez arrastrado el sexto toro del festejo para no restar protagonismo a Padilla. Un gesto de torero y de hombre. Ese puñado de arena que se llevó a los labios tras la lidia del último toro de la feria tenía un mensaje oculto de agradecimiento que nadie pudo descifrar hasta que las redes sociales comenzaron a echar humo. No podía ser posible. Acababa de estoquear a Trampero (nº 251), de Núñez del Cuvillo, tras una faena intermitente en la que aprovechó las embestidas sin llegar a cuajarlo del todo. Raro, conociendo sus holgados límites artísticos. Estuvo mejor en el primero de su lote, desde luego. Un toro de Núñez del Cuvillo con gran movilidad al que muleteó a placer, sobre todo por el lado izquierdo. Esa faena había principiado desde el mismo centro del ruedo con un cartucho de pescao para ligar luego sobre la zurda. Por el pitón derecho incluso se permitió una arrucina. Pero el toro entregó todo muy rápido y se acabó pronto. Tras el pinchazo y la estocada paseó una oreja.

PREMIO DOBLE // A su primero, un toro por debajo de la media y que se tapaba por la cara, le hizo una faena abusando del toreo en línea y de la periferia pero con su habitual estética. Exprimió el pitón izquierdo pero aquello no terminó de explotar. Oreja. Obtuvo también trofeo en el quinto, del que aprovechó al máximo sus embestidas, haciendo de perfecto acompañador. El foco permanente sobre Padilla no brilló en su primero pero se desquitó en el otro premiando su entrega, excepcionalmente, con dos orejas que abrían la Puerta Grande