En la corrida de rejones que ayer cerraba la feria taurina del Pilar, el deficiente manejo los rejones de muerte enmascararon un casillero contable que pudo haber sido más abultado.

El hecho insólito de la devolución de un toro cuando Hermoso de Mendoza se disponía a afrontar el tercio de banderillas cambió el sino de su actuación ya que el toro no le hubiera dado opciones. Estaba tan aculado en tablas que aquello apuntaba a trámite sin historia.

Pero salió el cuarto bis, también del hierro titular y el navarro dictó una lección de torería, conocimientos de los terrenos y doma de altísima calidad. Sobre todo a lomos de Disparate, que recorrió el perímetro a dos pistas dejándose llegar al toro y luego cambiando la mano en las llamadas hermosinas. Un lujo.

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Soberbia montando a Guitarra, una yegua baya muy torera y templada, anticipó lo que vendría cuando sacó a Bético, un caballo con el hierro Peralta con el que la conjunción es total y que puso la tarde a revientacalderas. Perfecta incluso clavando en la suerte del violín por los adentros, algo nada fácil. Lástima que Lea Vicens no estuviera certera a la hora de la verdad pues su obra quedó en un bello recuerdo sin reflejo numérico.

Menos acertada se mostró en su primero, mucho mejor como amazona que con las farpas. Las dudas al clavar o el desajuste al batir le jugaron una mala pasada que frenó el devenir de la faena.

Por su parte, Mario Pérez Langa evidenció un notable progreso desde su alternativa hace justo un año en este coso y con este cartel. Tanto en su cuadra como en la disciplina ecuestre.

Todavía con demasiados tics efectistas del toreo necesario para puntuar todos los días en plazas de menor rango pero con más experiencia y mucha garra.

Ese ímpetu que imprime a sus faenas impregnó por completo su labor en el primer turno, sobre todo con Guapete, un caballo muy flexible que sale del toro haciendo espectaculares piruetas. El rejón final más importante de su carrera hasta ahora no entró pero dejó su huella. Con el tardo sexto volvió a pinchar, a pesar de lo cual paseó una oreja.