--¿Qué va a ver la gente en Action Man?

--Es una obra de teatro en la que está involucrado José Mota y Santiago Segura. Es una película hecha en teatro gestual, lo que yo llamo la nueva pantomima. No es como la pantomima antigua al estilo de Marcel Marceau. Es el estilo de Raúl Cano mezclado con el humor negro de Yllana, todo a un ritmo vertiginoso. La gente va a ver una obra de teatro de acción gestual donde hago también todos los ruidos y la banda sonora.

--Seguro que la obra hace sacar una carcajada pero, ¿va más allá?

--No, esta no es como 666. Es un divertimento, una obra de teatro juguete que está hecho para el respetable, que es el público, y sobre todo para mí porque es una vuelta al juego de niños, al juego de la imaginación. Es trasladarlo al público para el descojone, simplemente y llanamente.

--Menos es más. Se le va a ver como un hombre orquesta que se enfrenta al público.

--Es eso lo que hago. Hago varios personajes y es una película entera en forma de obra de teatro. Tiene su dificultad porque no tienes a los compañeros en el escenario pero es muy dinámico.

--El personaje que interpreta tiene partes robóticas, ¿piensa que en la actualidad nos estamos volviendo un poco robots?

--Sí, un poquito. No podemos vivir sin el Ipad, sin los teléfonos móviles... Dentro de poco diremos: ¡Qué guay, va incorporado al cerebro! Entonces, para destrozar y descomponer a este personaje lo convertimos en mitad persona y mitad robot. Y muchos de nosotros ya somos mitad robots. Yo me rompí el talón de aquiles, me lo operaron y está ahora mejor que antes (ríe). La obra tiene una parodia de lo que somos. Lo que hace el teatro es que nos vemos reflejados en los personajes. Y el teatro coge eso para reirnos de nosotros mismos, que nos hace falta. Es la única vía filosófica para poder seguir.

--Lleva trabajando con la compañía Yllana 17 años, ¿qué balance hace de estos años?

--Me ha dado todo lo que tengo. No es ni mucho ni poco. Sobre todo me ha dado seguridad encima de las tablas y poder defender lo que me gusta que es el teatro, el cine y la televisión. Yo era violinista y nunca pensé que iba a ganarme la vida haciendo teatro y mira ahora, estoy incluso haciéndolo yo solo. Ahora estoy preparando un monólogo de 70 minutos que se llama Ser papá dirigido por Gabriel Olivares.

--Durante este tiempo, ha trabajado en El comisario, en La que se avecina, en la película La balsa de piedra, en La hora de José Mota... ¿Con qué se siente más cómodo?

-- Con el teatro gestual. Es un trabajo físico, exige un nivel de energía muy alto y es un desgaste físico que es como vender el alma al diablo, pero realmente es lo que me llena. La televisión es más fácil porque puedes hacer diferentes tomas y en el teatro es una secuencia de una toma y eso es lo más difícil porque no puede haber fallo.

--En un artista, ¿es más importante el virtuosismo o el ser polifacético y saber adaptarse?

--Es virtuosismo ser polifacético. Yo creo que el actor tiene que englobar todos los estilos, desde la tragedia hasta la comedia gestual. Pero si que intento ser lo más dinámico posible. De hecho, la gente no me reconoce por la calle porque no se creen que sea el de la obra de teatro o el chino de La hora de José Mota. Cambio mucho y me gusta. No me gusta encasillarme, cosa que suele hacer la gente y que parece que necesitan hacer con los autores.