Somos, el himno del maestro José Antonio Labordeta anunciaba el fin de las fiestas en la plaza del Pilar, donde miles de espectadores, apurando la cena y la bebida, escuchaban con atención y cierta confusión la versión interpretada por Joaquín Pardinilla Sexteto.

De camino al Puente de Piedra, algunos intentaban hacerse las últimas fotos con la Virgen antes de los fuegos artificiales mientras otros, los más rápidos, se apresuraban para encontrar una posición privilegiada desde la que ver el espectáculo piroténico. Los pequeños muros situados entre las farolas sirvieron de gradas improvisadas en un puente que, no obstante, no se llenó hasta escasos minutos antes de los fuegos.

El primer estruendo pilló a más de uno despistado por el lugar idóneo y la hora prevista. Justo después de lanzar al aire un «¿Pero son ya?», comenzó el despliegue de ruido y color. Hileras, elipses, esferas, espirales y todo un abanico de formas y colores alumbraron el cielo de una noche despejada en la que la temperatura y el viento guardaron respeto hasta el final.

El mismo que desde las 22.15 horas mantuvieron las miles de personas que componían el cuadro del Puente de piedra. Los breves pero significativos silencios entre explosión y explosión eran rotos de vez en cuando por algún susurro de admiración, algún que otro móvil traicionero con el volumen al máximo o los aplausos precipitados de quienes ansiaban el final.

A pocos se les hicieron largos los 20 minutos de espectáculo. Más aún cuando del cielo comenzaron a brotar palmeras, renacuajos y corazones de chispas multicolor que arrancaron un «oh» colectivo y que, según más de uno, «el año pasado no estaban».

Lo que seguro no podía faltar era la bandera de Aragón, momento en el que los móviles empezaron a salir de los bolsillos para intentar capturar en un segundo las sensaciones de toda una semana.

La traca final, aplaudida y vitoreada al unísono, no cogió a nadie por sorpresa, pero sí generó en los asistentes una sensación de euforia y nostalgia a partes iguales por unas Fiestas del Pilar que se van y para las que, otro año más, ya ha empezado la cuenta atrás.