Cofrade de honor de la Cofradía de la Borraja, amante de la jota aragonesa -y del folclore en general- y defensor de la palabra tontolaba. Moncho Borrajo (Baños de Molgas, Orense, 1949) se ha caracterizado durante toda su carrera por su tono descarado, directo y cercano. Desde hoy y hasta el domingo 14 presentará en el teatro del colegio de Salesianos su nueva obra, ¡Qué miedo, mamá!

Sorprende verle alejado de los principales teatros en esta ocasión.

He actuado en otras ocasiones en el Teatro Principal y en el de las Esquinas, pero en esta ocasión ya estaban ocupados previamente. Adaptaremos el espectáculo, no pasa nada. Además no es la primera vez que actúo en los Salesianos. De hecho he cantado canción protesta tanto en los Salesianos como en los Teresianos.

¿Qué se va a encontrar el público que vaya a verle?

La obra es un homenaje a las madres que crecieron en la posguerra y hacen de todo por sus hijos. Hay situaciones inesperadas, humor, música de Bach, personajes curiosos como mi madre, Doña Dina, que aparecerá para entretener al público... Se van a encontrar de todo hasta el final.

¿Cómo era su madre?

Era muy graciosa. Siempre tenía el as para matar al tres. En la obra quería hacer el papel de una señora al estilo de Paco Martínez Soria en La tía de Carlos. Yo creo que las madres se van a sentir identificadas.

¿Cómo es el público que le sigue?

Conmigo la gente se va haciendo mayor. Aquellos que venían en los años ochenta se han convertido en sesentones… ¡que también tienen derecho a reír, oye! Y después, los jóvenes que se acercan a verme se sorprenden y les hace gracia ver a un señor mayor que se mete con todos.

¿Se impone límites en el humor?

No me meto con cojos, sordos, mudos… también respeto a todas las religiones. Si me meto con algo lo hago con personas concretas. En general me río mucho de todo, hasta de mí mismo. Una vez en un teatro alguien de entre el público me gritó: «Homosexuaaaal». Y yo le respondí: «Psicólogoooo». El teatro estalló en una carcajada. También me han llamado homófobo por hacer un chiste sobre homosexuales. A mí... (se ríe). Falta ingenio y sobran insultos. El bufón es aquel que le dice al rey las verdades a la cara con gracia.

¿Le han vetado alguna vez por sus opiniones?

Sí, pero como son muy cobardes no me daban razones. Solo excusas. Sin embargo, al público le gusto, si no no llevaría 46 años haciendo esto. Ahora se ha politizado todo tanto... Siempre me he metido con el poder, independientemente de quién estuviera. Ahora, salvo dos o tres que son independientes, nadie se mete con los políticos.

Habla gallego, valenciano, italiano. ¿Se atreve con el aragonés?

Tengo un diccionario que me regalaron mis amigos de la Cofradía de la Borraja, pero me parece muy difícil (se ríe). Eso sí, si viviera una temporada aquí sí que lo aprendería, porque creo que es una manera de contactar con la gente.

¿Alguna palabra que le guste especialmente?

Tontolaba. La tenéis todo el día en la boca. Me encanta porque resume muchas cosas, desde ser maleducado a gilipollas. Yo también la uso.

¿Cómo ha evolucionado sobre los escenarios?

He pasado por todos. A los palacios subí y a las chabolas bajé. He actuado ante 75.000 personas y ante dos. Cuando hay poco público haces un doble esfuerzo para convencerles de que ha merecido la pena venir. Cuando los pongo en pie me digo. «Vale Borrajo, lo has conseguido».