La feria del Pilar de Zaragoza, el último gran abono de la temporada española, ha cerrado el ciclo taurino de 2017 con un ambiente positivo y esperanzador, tanto por la excelente afluencia de público a los tendidos como por los resultados estadísticos de sus corridas.

Entre las muchas notas positivas de la feria ha destacado, sobre todas las demás, la masiva asistencia de público, que, en una plaza de 10.500 localidades, se puede cifrar en torno a las 60.000 entradas vendidas durante los nueve festejos formales celebrados.

Desde la víspera del día Pilar hasta ayer domingo los tendidos se cubrieron siempre por encima del noventa por ciento -con un único "no hay billetes"-, en un gran registro que, sumado a la gran y regular asistencia a los distintos festejos populares que se celebran en paralelo, arroja unos excelentes resultados en taquillas.

Ese público, tan masivo como el de casi todos los actos de las fiestas zaragozanas, pasó por la plaza de toros mostrando tanto entusiasmo que, con sus generosas peticiones de oreja, ha marcado un radical viraje en el criterio de una afición que, tradicionalmente, fue tenida por una de las más duras y exigentes de España.

Es así como en los nueve festejos del abono se llegaron a conceder hasta 27 orejas, aunque se pidieron bastantes más, para avalar un total de cuatro salidas a hombros, para las que en este coso, por exigencias del reglamento aragonés, los espadas necesitan obtener dos trofeos de un mismo toro.

El extremeño Alejandro Talavante fue quien, en la corrida estrella del 13 de octubre, consiguió atravesar la puerta grande con absoluta unanimidad, tanto por las tres orejas obtenidas como por la rotundidad de sus dos faenas, que fueron, con gran diferencia, las de mayor calidad de todas las vistas en la feria.

Mucho más discutibles fueron las disfrutadas al día siguiente por Juan José Padilla y Ginés Marín, después de que un público entregado a la fiesta y en medio de un desatado patriotismo les premiara a ambos muy por encima de los méritos demostrados.

Además de Hermoso de Mendoza, con su magisterio en la corrida de rejones del cierre, también se ganó ese derecho que no pudo ejercer el dinástico Cayetano, que, en un alarde de pundonor, protagonizó el gesto de la feria al permanecer en el ruedo para matar al toro de Parladé que le infirió una grave y extensa cornada.

Dos días antes, aunque con menos repercusión medática, ya había protagonizado una hazaña similar el extremeño José Garrido, que con valor y entrega logró arrancar una oreja de su primero y otra más de un viejo y resabiado sobrero de Lagunajanda que le corneó también en el muslo izquierdo, pero de menor gravedad.

Paco Ureña, el día del Pilar, y el peruano Roca Rey, con la buena corrida de Núñez del Cuvillo, obtuvieron asimismo sendas orejas de sus lotes, sólo que las que paseó el primero le supusieron un esfuerzo mayor ante un encierro de Bañuelos que dio muchas menos facilidades.

Si se exceptúan el del muy aclamado Enrique Ponce en la siempre amable víspera del Pilar y el del mexicano Leo Valadez, que echó el resto el día de su alternativa, el resto de triunfos de la feria tuvo un escaso peso, pues la mayoría de las orejas sueltas se cortaron a astados de mayores posibilidades de éxito.

En ese sentido, a pesar del exagerado, cuando no descompensado, trapío de la mayoría de los lidiados, también en Zaragoza, como ha sido norma de la temporada, han brillado un buen número de toros con bravura y calidad, y en especial las corridas de Núñez del Cuvillo y García Jiménez y la sobresaliente novillada de la divisa local de Los Maños, en la que hubo un utrero premiado con la vuelta al ruedo.

Zaragoza ha sido así la última de las plazas de primer nivel en cerrar sus puertas este 2017, dejando a todos los niveles un buen sabor de boca para el que será el largo invierno de los taurinos.