El Mann Filter decidió montarse en una montaña rusa en verano, le ha cogido el gusto y no se baja de ella ni por esas. Para arriba, para abajo, subidita hacia el cielo y de nuevo porrazo en caída libre. De vaivén en vaivén, encadenando rachas positivas con rachas negativas, ya no se sabe qué pensar de este equipo corto de efectivos, sí, pero de calidad sobrante para torturar sin apuros a equipos de nivel medio-bajo. Eso es lo que se le pide a un campeón. Eso es lo que se le pide al Mann Filter y no da. Y así se va dejando su grandeza en la cuneta de una carretera secundaria en esta Liga. Ya pasó una pájara infernal en noviembre dejando sin vida la Copa y la FIBA Cup y parece que ahora toca otra época de carestía. Y así los únicos que salieron ayer torturados del Mann Fiter fueron los espectadores al contemplar cómo el Estudiantes robaba el triunfo de un Príncipe Felipe que ya no es ni de lejos un fortín de la Liga.

Ese equipo de doble personalidad apareció ayer en su dimensión total. Antes del descanso (45-33) tocó ración de arena para todos y después, lamentablemente, él mismo cubrió con cal todo lo bueno que había hecho. Un traspié, el segundo seguido, aleja a la franquicia de Zaragoza del cuarteto de cabeza y complica el cruce para los playoffs a seis jornadas de su inicio.

EL ´CHIP´ MALDITO El Mann Filter exprimió todo su talento individual para aglutinar una ventaja relajante al descanso (45-33). Las acciones de Begoña y de Nolan, exhuberante con 19 puntos, y la superioridad en el rebote (25-16) situaban a las locales ante un partido cómodo.

Pero el Mann Filter cambió el chip y se introdujo en una dinámica de juego espeso y defensa de mantequilla. Y con los árbitros pitando a la más mínima si la infracción la hacían las de amarillo. Así, un parcial de 13-26 en el tercer cuarto puso al Estu arriba (58-59) para siempre. Las madrileñas supieron jugar mejor el último periodo, con una magistral Silvia Hernández, ante un Mann Filter nervioso y que sólo contaba con Nolan como posible salvavidas. Pero la americana no puede hacer milagros y menos cuando en plena remontada (64-68 y posesión) te pitan una técnica al banquillo y tienes a Begoña expulsada y a Luci en el banquillo los últimos 11 minutos sin razón aparente cuando el juego interior hace aguas (2/16 entre Zurro y Wyckoff). Demasiados peros.