Se despidió de la Fórmula 1 en noviembre del 2018 con todos los honores, pero seguramente con un mal sabor de boca por no haber contado con un buen coche para luchar de tú a tú con sus rivales. Quizá por eso Fernando Alonso vuelve a estar en el 'paddock' de la F-1, no con el mejor monoplaza pero sí con la mayor de las ambiciones. Y con dos placas de titanio en la cara que le acompañarán toda la temporada.

"Vuelvo porque en los últimos meses sentía que estaba pilotando mejor que nunca. Tenía que tomar una decisión sobre el próximo reto tras las 24 Horas y la Indy y pensé que estando a mi mejor nivel, la F-1 es el mejor sitio en el que estar", ha declarado este viernes el bicampeón asturiano, de 39 años, antes de que dieran inicio los tres días de test en el circuito de Sahkir, en Baréin, donde dentro de 15 días comienza el Mundial. Después de dos años centrado en otros desafíos, el bicampeón del mundo (2005 y 2006) vuelve a su escenario natural: "Me queda algo por hacer aquí", avisa.

La fiabilidad del Alpine

Alonso se subirá este sábado al Alpine, la nueva denominación del Renault que le coronó dos años seguidos hace tres lustros, pero que hoy debería situarle en la zona media de la parrilla. Las muchas vueltas que ha dado su compañero Esteban Ocon este viernes en el primer día de entrenamientos (tercer mejor tiempo y, sobre todo, 129 giros) parecen garantizarle una fiabilidad que en su día echó tanto de menos en su segunda etapa en McLaren. Ganar es a día de hoy una quimera, pero el asturiano no renuncia a soñar.

"Para ganar carreras y campeonatos necesitas motivación, suerte y un buen coche", ha argumentado Alonso en la rueda de prensa de la FIA previa a los test. Sabe que, tras dos años lejos del circo de la F-1, le tocará "volver a aprender cosas y adaptarse", pero el esfuerzo lo da por descontado. "No puedo garantizar nada, pero lucharemos por victorias y títulos en el futuro, si hacemos lo que tenemos que hacer, aunque también hay que tener en cuenta que no corremos solos", ha vaticinado.

Alonso vuelve a casa, pero a la vez a un equipo muy diferente. Otra denominación, otros colores y otras muchas diferencias. "El equipo es muy diferente y son buenas noticias, si todo siguiera igual no sería bueno. La fábrica se ha actualizado y modernizado, el poder tecnológico de ahora al de hace 15 años es muy distinto. Estoy muy contento con todo lo que he visto en las fábricas. Hay talento, algunos mecánicos son los mismos y eso me lleva al pasado y hace buen ambiente", ha expresado.

Una temporada inacabable

La temporada será larga, con 23 grandes premios programados de marzo a diciembre, siempre pendientes de lo que la pandemia pueda decir. "Tenemos que optimizar al máximo cada fin de semana para conseguir puntos, pero afrontar 23 carreras será todo un reto y tenemos que ser conscientes de eso para ahorrar energía y llegar fuertes a noviembre y diciembre, aunque en agosto y septiembre estemos bien", analiza el piloto español. De hecho, la gran oportunidad está en el 2022, cuando el cambio de normativa haga más factible un cambio en la hegemonía de la F-1, tiranizada ahora por unos Mercedes que, pese a sufrir problemas este viernes en el primer día de test, son los claros favoritos a revalidar el título con Lewis Hamilton, que superaría los 7 mundiales de Michael Schumacher.

Hasta entonces, Alonso disputará la temporada con dos placas de titano en la cara, recuerdo del atropello que sufrió mientras entrenaba en bicicleta en Suiza. "Me tendrán que quitar dos placas de titanio que tengo en la mandíbula superior, creo que a final de temporada, así que aún quedará alguna cosa después de que acabe el Mundial, pero no me afectará a la vida profesional".

El piloto asegura llegar al inicio de temporada al 100%. "He estado entrenando dos semanas con normalidad. También estuve en el simulador el lunes y el martes", relató. "La preparación no se vio muy afectada, me perdí un par de días de marketing y 'filming days', que en parte me alegró", bromeó, antes de zanjar el tema: "Me encuentro bien".