Su puesto estaría a salvo si Timo Glock hubiera taponado algo más a Lewis Hamilton en Brasil-2008, si Romain Grosjean no hubiera organizado un caos en la salida del GP de Bélgica-2012, si Chris Dyer no se hubiera liado con la estrategia en Abu Dhabi-2010. A Stefano Domenicali, de 48 años, no le ha acompañado la suerte para conseguir una corona de pilotos desde que asumió el mando del equipo Ferrari en 2008.

Este hombre cortés, gentil, "una buena persona", que tan poco abundan en la F-1, tenía un puntero láser iluminando su cabeza desde hace tiempo con francotiradores mezclados entre aficionados, prensa y su propio equipo. Ayer tomó la decisión de dimitir de su cargo forzado por el último cabreo de Luca di Montezemolo. "Esta Ferrari es un dolor", dijo el presidente mientras se subía a un Ferrari California en Sakhir, antes de que finalizara la carrera en la que Fernando Alonso y Kimi Raikkonen acababan noveno y décimo.

UN GESTOR AL MANDO

"Hay momentos en los que se necesita valor para tomar decisiones muy duras. Es hora de realizar un cambio importante y asumo la responsabilidad", dice Domenicali en su marcha, mientras Montezemolo rebusca en las áreas que mejor funcionan de la empresa para sustituirle. Ha elegido a Marco Mattiacci, sin experiencia deportiva, pero con el aval de haber hecho crecer los beneficios de la marca en Asia y Oriente, primero; y, después, en EEUU (un 20% en los dos últimos años). Ni Mattiacci, ni nadie, ni siquiera un milagro, podrá hacer el F14T competitivo esta temporada, donde el título es cosa de Mercedes, un equipo que se ha gastado bastante más que Ferrari para construir el grupo propulsor y el chasis.

LA OPCIÓN BRAWN

Dicen que Mattiacci es solo un gestor económico a la espera de que Ross Brawn, uno de los artífices del milagro Mercedes, que dejó el equipo alemán hace seis meses, llegue a Maranello. Aunque puede que tampoco sirva. Ferrari se ha gastado mucho en la actualización del túnel del viento, en la contratación continua de ingenieros. En la escudería esperaban mucho de los cambios de reglamentación que se han introducido esta temporada en la Fórmula 1 trastocando varios aspectos de la competición y que abrían una vía para el fin del dominio Red Bull, intratable en las últimas campañas.

Pero el método de trabajo, la forma de entender el diseño y evolución de un monoplaza de F-1 sigue siendo demasiado antigua para los nuevos tiempos, los nuevos procesos, la nueva tecnología de la competición. Se puede decir que Ferrari es algo así como el Festival de San Remo en un mundo Hip Hop.