Seis victorias en el gran premio de su casa, números de leyenda para Lewis Hamilton, un mito auténtico en pista camino de su sexto título. El chico de Stevenage se anotó al séptima victoria de la temporada con ese pizco de suerte que siempre acompaña a los campeones y que tanto desespera a su rivales, en su caso Valteri Bottas. No tiene más. Con los siete títulos de Michael Schumacher en el horizonte, Hamilton no se encontrará más rivales que los millenials como Max Verstappen o Charles Leclerc, dos tipos especiales, con el destello de los superclase. En Silverstone dieron otro recital de talento y combatividad en un duelo épico. Serán el relevo de Hamilton, porque los otros campeones en parrilla ya son historia. Kimi Raikkonen cosume sus últimos días en el ostrascismo de Alfa Romeo, mientras Sebastian Vettel acabó de nuevo sancionado, golpeado y dolido. El alemán pide a gritos un cambio de aires.

Cuando los comisarios del GP de Austria dieron por bueno el adelantamiento de Max Verstappen dejando sin sitio a Charles Leclerc despertaron al demonio que el monegasco esconde tras su cara de niño bueno. En realidad, los jueces no hicieron sino reavivar la rivalidad que los dos chicos de 21 años mantienen desde que eran adolescentes en los Mundiales de karting del 2011, de 2012, de 2013... Ya de aquella, los dos eran los más rápidos, ya de aquella sumaban títulos, ya de aquella debían explicar sus maniobras ante los medios de comunicación.

«La decisión de los comisarios en Austria me abrió los ojos. Yo también sé conducir así», dijo Leclerc. Su duelo con Verstappen durante decenas de vueltas -se adelantaron incluso durante el primer cambio de ruedas- oscureció el tremendo inicio de carrera de Lewis Hamilton. El inglés levantó al público -140.000 espectadores que llenaron las gradas de Silverstone- de sus asientos intentando rebasar a Valtteri Bottas. No pudo en la pista, pero aprovechó el coche de seguridad por salida de pista de Antonio Giovinazzi para situarse líder. El muro de Ferrari mandó entrar a Leclerc un giro tarde, por lo que perdió la posición frente a Max Verstappen y el otro Red Bull de Pierre Gasly. «¿Qué demonios ha pasado?», gritó Leclerc por radio, «Son cosas que pasan», le contestó Xevi Marcos, su ingeniero de pista. La razón es que Ferrari dio prioridad a Sebastian Vettel una vez más, a pesar de ir por detrás, a pesar de que ni siquiera pudo aguantar la posición frente a Gasly y de que rodaba sexto. Una vez más Ferrari perjudicó a Leclerc para dar ventaja a un piloto, Vettel, que no sale de su crisis.

UN GRAN ESPECTÁCULO / Y en la reanudación de la carrera regresó la batalla entre Leclerc y Verstappen. Ataque y defensa por dentro, por fuera, por el asfalto, por la hierba... Hasta que Leclerc comenzó a rodar más lento tras un toque entre ambos. «Creo que hay algo roto en la parte delantera izquierda», lamentó por radio. Verstappen adelantó a Gasly y se fue a por Vettel, mientras que Leclerc dio otro recital para adelantar a Gasly.

Cuando Verstappen consumaba el adelantamiento sobre Vettel, el alemán empujó por detrás al holandés en la siguiente frenada, en una maniobra infantil, peligrosa, un retrato de la caída a los infiernos del que un día coleccionó cuatro títulos mundiales. Los comisarios sancionaron con diez segundos a Vettel, que acabó disculpándose ante Verstappen al final de carrera. «Fue mi error. Él era más rapido», confesó el alemán.

Tras los Mercedes, los Ferrari, los Red Bull, de nuevo Carlos Sainz lideró el grupo de los mortales. El madrileño arrancaba decimotercero, pero remontó hasta el sexto lugar con algo de suerte con el coche de seguridad, pero, sobre todo, con una gran consistencia en carrera, en la que tuvo que defenderse como un grande frente a Daniel Ricciardo en los últimos diez giros.

de atrás hacia delante / «He utilizado la batería y todo lo que tenía para aguantar a Ricciardo. He tenido que ir mejor que en la jornada de calificación», afirmó el piloto madrileño. Sainz, que salió desde la decimotercera posición, remontó ya dos posiciones en la salida y jugó la baza de la estrategia con una sola parada, aprovechándose también de la entrada del coche de seguridad en la vuelta 20. «Mi plan era adelantar a los dos Alfa Romeo. Si no era en la salida, tenía que ser antes de la primera parada. He salido mucho mejor y, a partir de ahí, me he quedado atrás a salvar ruedas. Cuando han parado, he apretado. Luego ha salido el coche de seguridad, que ha sido un bonus», apuntó. El madrileño admitió que el punto débil de McLaren siguen siendo las

«curvas lentas».