Los que defienden, con razón, intuición y visión de la jugada, que la F-1 está cambiando, va a seguir mutando y acabará convirtiéndose, aún más, en un auténtico espectáculo, no solo de masas, en vivo y en directo, sino televisivo, tienen en este maravilloso GP de España, al que este domingo asistieron 94.623 espectadores, el mejor ejemplo.

La F-1 vuelve a emocionar a los espectadores e, incluso, a los niños. El belga Val, de solo 6 años, lloró desconsoladamente cuando su ídolo, el finlandés Kimi Raikkonen, tuvo que abandonar al chocar, en la primera curva, con el holandés Max Verstappen. Val recordó ¿verdad? al japonesito Reo Miyagata, también de 6 años, que, en el estadio Yokohama, de Japón, rompió a llorar, al ver a su Barça eliminado a las primeras de cambio en el Mundialito del 2006, a manos del Internacional de Porto Alegre.

LA ORGANIZACIÓN AL QUITE

De la misma manera que Miyagata fue invitado, meses después, al Camp Nou para disfrutar del homenaje que le dedicó el Barça, la organización de la F-1, la FOM (Formula One Management) -en principio, llegó a decirse que había sido la televisión privada alemana (RTL) quien había sugerido la búsqueda--, fue en busca de Val, lo cazó en la tribuna donde estaba, lo llevó al hospitality de Ferrari y allí, un emocionado Raikkonen, lejos del 'Iceman' que siempre es, consoló al niño, le obsequió con una gorra firmada y le dijo que estas cosas pasan en las carreras y en el deporte. Es evidente que el nuevo impulso, el nuevo formato, las nuevas intenciones del moderno y lúcido Chase Carey, nada que ver con el soso y malencarado Bernie Ecclestone, van a dotar a la F-1 de una comunicación mucho más humana, abierta, próxima y hasta emocionante.

"Esta es la F-1 que me gusta, que me apasiona, la F-1 de los duelos, de los choques sin mala intención, de los roces por ocupar el liderato, por adelantar, por ser mejor que el rival, por ganarle el sitio", dijoLewis Hamilton, el emocionado ganador de ayer, tras chocar sus dos ruedas derechas con las dos ruedas izquierdas de Sebastian Vettel, cuando el tetracampeón alemán se incoporaba a la pista tras su segundo cambio de neumáticos.

"La F-1 debe ser pelea rueda a rueda, ¡me encantan estas carreras! y no porque haya ganado, no", dijo Hamilton, que aún está a seis puntos de Seb (104 a 98, camino de las calles de Montecarlo).

LEWIS-SEBASTIAN, EL DUELO

Esta F-1 que quiere hacer llorar a los niños y tiene a los jóvenes pendientes del precio del bocata («la verdad, son demasiado caros», protestaba Àlex Salomó, tras disfrutar de un día soleado y apasionado de carreras en una de las pelouses del Circuit), se ha convertido en un duelo titánico entre dos marcas míticas, Mercedes y Ferrari, Ferrari y Mercedes, y dos campeonísimos de los que hay pocos, el británico Lewis Hamilton y el alemán Sebastian Vettel. Entre ellos, escasos metros, poco más de tres segundos (03.490 segundos, extacmente). Detrás, todo un mundo, inmenso, enorme, pues el australiano Daniel Ricciardo (Red Bull-Renault) acabó a más de un minutos y el resto del mundo, todos, fueron doblados, hasta el cuarto, Sergio Pérez (Force India).