Amaila quiso desahogarse en Twitter en cuanto tuvo la calma suficiente para contar lo que le había sucedido la noche anterior. "Desgraciadamente no os sorprenderá", asegura. "Os prometo que no he tenido más miedo en mi vida".

Los hechos sucedieron al cerrar el restaurante holandés en el que trabaja. Tocaba limpiar todo, y parte de su tarea implica sacar un cubo con trapos sucios a la calle, sacudirlos y poner la lavadora. El problema es que tenía que salir a una zona estrecha, oscura, y muy tarde.

Entonces vivió los segundos más angustiosos de su vida. Pese a que el grupo de hombres pasaba de largo en principio, al verla se pararon y le dijeron algo de lo que solo entendió una parte.

En unos instantes, la tenían rodeada. Ella estaba totalmente indefensa.

Hablaban entre ellos, se reían y se pasaban un botellín. Ella no entendía nada porque todavía no controla el idioma. No había nadie alrededor, solo siete hombres. Afortunadamente, alguien del restaurante se dio cuenta de la escena e intervino.

Sin poder dormir toda la noche, no paró de darle vueltas a lo que habría podido suceder de no ser por esta última aparición.

Amalia está segura de que apenas fueron unos 30 segundos, pero fueron los 30 segundos más largos de su vida. "Me pareció una eternidad". Estaba paralizada por el miedo. Y, como relata para finalizar, lo peor es que se siente afortunada.