Reconoce que, desde que se le concedió el Premio de las Letras Aragonesas --y más aún desde que lo recogió, la semana pasada, de manos del presidente de la comunidad, Javier Lambán--, no ha parado. «Al final, esto también sirve para que todo el mundo te tenga en la mente, sobre todo, si el galardón te pilla con buena edad», bromeaba ayer Juan Bolea. Pero el escritor y columnista de este diario, sí quiso hacer un alto en ese camino de enhorabuenas y compromisos en el que se ha convertido la última semana. Lo hizo para compartir el galardón con sus compañeros de la redacción de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN.

Fue una celebración sencilla, entre los mismos ordenadores en los que lleva casi veinte años escribiendo sus columnas y con sus compañeros. En la casa en la que se fraguó este Premio de las Letras Aragonesas que, como recordó Juan Bolea ayer, tiene una cualidad única. Porque, por primera vez, con este galardón, la máxima distinción de la cultura aragonesa no solo habla de literatura sino que «también es un reconocimiento a la creación periodística, a la excelencia en este campo en las páginas de la prensa». Uncamino que «debemos defender» desde esta redacción.

El pequeño ágape --que es lo que la actualidad permite estos días en una redacción-- contó con el director de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, Nicolás Espada, y su gerente, Jesús Prado, además de todos los departamentos implicados en que estas líneas lleguen hasta los lectores todos los días (desde Publicidad a Maquetación, pasando por el grueso de los redactores). Espada recordó cómo Juan Bolea es «un valor de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN que debemos cuidar». Asimismo, incidió en que este galardón «nos pone en valor a todos nosotros, a toda la redacción del diario». Un premio que hoy contagia todas estas páginas, desde la portada a la Sala de máquinas.