Han pasado ya muchos años, 11, desde que la princesa del pop la emprendiese a paraguazos con los paparazis que no la dejaban ni a sol ni a sombra en su descenso a los infiernos. Aquel febrero del 2007, después de haber tocado fondo y de haberse bebido todos los combinados de los afters de Los Ángeles, Britney Spears, nacida en el sureño Misisipí hace 36 años, fue entrando y saliendo de los centros de desintoxicación, y hasta grabó el vídeo de Gimme More en una barra de estriptís en ropa interior, con las medias rotas y una sonrisa tonta fruto de la química. Al final perdió la custodia de los dos hijos que tuvo durante su relación con el rapero Kevin Federline y fue ingresada en un centro psiquiátrico.

Desde el 2011, la estrella de Baby one more time actúa un par de noches en Las Vegas, trabaja sus abdominales con intensidad y aparece con cuentagotas en los medios de comunicación, que tanto frecuentó en los años del desfase. Por eso ahora acaba de desencajar muchas mandíbulas al aparecer en las redes como la nueva imagen de la colección de ropa de Kenzo -la línea Memento No. 2-, un pequeño homenaje a los 80 (según han explicado Carol Lim y Humberto León, directores creativos de la marca).

Los fans más acérrimos de la intérprete de Oops! I did it again celebran que las aguas vuelvan a su cauce en la vida de la princesa, y no solo su carrera musical, también sus curvas. Y es que Spears vuelve a mostrar orgullosa su ombligo para Kenzo, en una sesión de jeans y sudaderas con aire tropical, que algunos han criticado en las redes por rezumar exceso de retoque fotográfico.

La firma de ropa fundada por el diseñador japonés Kenzo Takada en 1970 ha ido anunciando poco a poco su genial colaboración en su cuenta oficial en Instagram, con vídeos e imágenes un tanto misteriosas para desatar el interés paulatinamente. Al final aparece el rostro de la princesa pop capturado por la cámara de Peter Lindbergh.